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DERROTA MUNDIAL
Ribbentrop (Ministro de Relaciones de Hitler), vino a París y dejó la impresión,
posteriormente expresada, con una Nota Especial a nuestros embajadores, de que la
política alemana se dirigía contra el bolchevismo".
Por todos los medios, lo mismo antes de asumir el poder que una vez en él, Hitler
revelaba que su enemigo era el marxismo israelita. En ningún pueblo de Occidente el
marxismo tenía arraigo popular; y sin embargo, en Francia, en Inglaterra y en Estados
Unidos influyentes estadistas y poderosas agencias informativas de propaganda presentaban
falsamente a Alemania como enemiga de Occidente y en cambio soslayaban que era
enemiga declarada del comunismo.
Cuando la situación de Checoslovaquia tuvo una segunda crisis en marzo de 1939, esa
propaganda la aprovechó para alentar la zozobra en Occidente. Resulta que
Checoslovaquia había sido inventada artificialmente en 1919, pero carecía de cohesión
racial y psicológica. La artificial amalgama de pueblos diversos y la .conmoción política
determinada por un cambio de régimen, motivó que en marzo de 1939 las provincias de
Eslovaquia y Ucrania Carpática se declararan autónomas. Ante esa emergencia el Dr.
Hacha, Presidente de Checoslovaquia, y su Ministro de Relaciones Chavlkosky, acordaron
poner el país bajo la custodia de Alemania. El 14 de marzo hicieron la siguiente
declaración:
"El Presidente del Estado de Checoslovaquia declara que confiadamente encomienda
los destinos del pueblo y el país checos al cuidado del caudillo del Reich alemán".
Así se conjuraba la posibilidad de que dicha nación se convirtiera en un campo de
batalla entre las grandes potencias, pues Rusia y el bloque apoyaban el sometimiento de
Eslovaquia y de la Ucrania Carpática, en tanto que Alemania propiciaba la libre
determinación de esas provincias. La fórmula adoptada por el Presidente Hacha no era
agradable, pero cuando menos de ese modo Checoslovaquia no iba a derramar la sangre
de sus- hijos —como después ocurrió en Polonia— sólo para servir de pretexto a las
manipulaciones judías internacionales. En otras palabras, se negaba a sacar las castañas del
fuego.
Pero la nerviosidad y la confusión habían abonado ya el terreno y Churchill adquirió
más influencia política y con él la falsa tesis de que para Occidente era imprescindible
exterminar a Hitler, antes que dejarle manos libres para que se lanzara sobre la URSS.
Ese inconfesado propósito de interponer a Occidente entre el Nacionalsocialismo
alemán y el bolchevismo soviético, tenía además otra clara manifestación en las
negociaciones que Francia e Inglaterra realizaban para celebrar una alianza activa con
Stalin. Si estos esfuerzos no cristalizaron de momento fue porque Moscú pidió una
inmediata sojuzgación de Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Polonia —cosa que
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