DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 334
Salvador Borrego
Wiechs. (A finales de la guerra, con 52 años de soldado, el viejo y erguido mariscal Von
Bock, veterano de todas las ofensivas alemanas de la segunda guerra mundial, pereció
durante un bombardeo aéreo. Cuando treinta años atrás ganó durante la primera guerra el
inusitado calificativo oficial de "bravura increíble", había dicho: "morir de resultas de una
bala enemiga es algo muy de agradecer'").
Los "erizos" que Hitler había utilizado en 1941 para afrontar y desgastar la
contraofensiva soviética eran agrupamientos de tropas capaces de defenderse de frente, de
flanco y de retaguardia. Como una vari ante ofensiva de esa idea, en 1942 se organizaron
unidades cuadrangulares con tanques por todos lados, que avanzaban sin preocuparse de la
resistencia residual. En la marcha a través de la cuenca del Don se les conoció con el
nombre de "Motpulk" y con frecuencia se abrieron sangrientamente paso a través de las
grandes masas de tanques soviéticos, incluso el "Voroshilov" de 46 toneladas, y muchos de
los enviados por Churchill y Roosevelt.
Los alemanés entrenaron tropas especiales de cazatanques para contrarrestar esa
superioridad numérica; cavaban pequeñas fosas para ocultarse y se cubrían con ramas y
tierra. Aguardaban a que los tanques pasaran lo más cerca posible y luego saltaban de sus
escondites y lanzaban granadas especiales contra las partes vulnerables de las máquinas.
Otros cazadores utilizaban minas "portátiles" que mediante un juego de poleas colocaban a
última hora sobre el camino de los tanques. También se formaron grupos de motociclistas
para asestar golpes de pega y corre a las formaciones blindadas.
Para el cruce del anchuroso río Don, el más grande de Rusia, los ingenieros alemanes
construyeron puentes sumergidos, 60 centímetros abajo de la superficie del agua, con
objeto de evitar que la aviación soviética los localizara y destruyera. Sólo mediante la
sorpresiva ventaja de veintenas de argucias fue posible que la inferioridad numérica
alemana arrebatara al ejército rojo —compelido por Stalin a resistir o perecer— las ricas
cuencas del Don y del Donetz, fuentes primordiales de víveres, carbón, hierro y
manganeso. Al perder esa región la URSS perdió también el oleoducto Rostov-Moscú que
nutría a una buena parte de la industria bélica.
La gigantesca producción soviética de armas se hallaba por primera vez en aprietos y
las fabulosas demandas del frente dependían cada vez más de la corriente de pertrechos
británicos y norteamericanos. La lucha era tan violenta que tan sólo un regimiento
motorizado de Zhukov lanzó 35,000 proyectiles sobre el ala izquierda alemana a lo largo
de la curva del Don.
Sin embargo, esos días volvieron a ser de triunfo para las armas alemanas y la URSS
afrontó el momento más negro de su historia. Su economía estaba siendo estrangulada por
la ocupación de otros 350,000 kilómetros cuadrados de sus más ricas tierras y de su vital
cuenca carbonífera. Ya para entonces había perdido más de la mitad de sus ferrocarriles y
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