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de coca y cobraron tributos a cambio de seguridad a los diferentes eslabones del
negocio del narcotráfico, entre ellos a los procesadores y los comerciantes y
traficantes que trasladaban la pasta de coca a Maracaibo o Mérida, en Venezuela,
y a Cúcuta”, dice el informe del CNMH.
Entre 1989 y 1996, con el auge de las guerrillas —porque, además de las Farc,
había también presencia del ELN y el EPL—, fueron desplazadas casi mil personas.
Pero, a la vez que la guerra por el control territorial hacía estragos, los tibuyanos
también recuerdan que fue una época marcada por la conformación de
organizaciones sociales de distintos tipos, de apoyo a la las negociaciones con
grupos guerrilleros y a la Constituyente del 91.
Con el aumento de la violencia, el pasivo fortalecimiento de las estructuras
paramilitares y el terror por las dos primeras masacres de los noventa, a manos de
disidentes del ELN y el EPL, se aumentó la presencia de la fuerza pública con la
Brigada Móvil 2, dirigida
a combatir guerrillas. El
accionar de esa Brigada
y del Grupo Mecanizado
No. 5 Maza del Ejército
Nacional, sin embargo,
fue
denunciado
por
organismos de derechos
humanos
por
la
criminalización de la
población
civil,
las
capturas
y
judicializaciones arbitrarias de líderes sociales y políticos, sindicalistas, casos de
violencia sexual, desapariciones y ejecuciones extrajudiciales.
En cualquier caso, el informe concluye que sin duda la época del gran éxodo fue
entre 1997 y 2004, periodo del fortalecimiento y la arremetida sanguinaria de grupos
paramilitares en la zona. Las guerrillas vieron llegar a los Masetos, como le llamaban
a los miembros del grupo Muerte a secuestradores (MAS), y empezaron a asesinar
sin fundamentos, a dedo, a quienes creían paramilitares, fueran nativos o
comerciantes. Del otro lado, el Bloque Catatumbo hacía lo mismo pero al revés: bajo
la orden de cazar guerrilleros, mataron indiscriminadamente a cientos de inocentes.
La historia cuenta que 1999 fue el año más aterrador. A partir de ese año,
decía Salvatore Mancuso, excomandante del Bloque Catatumbo de los
paramilitares, la organización criminal al mando de Carlos Castaño, con el apoyo de
sus aliados Los Prada y Los Pepes, finqueros, comerciantes y servidores públicos
civiles y militares, aseguró el control de la franja que comunica el Urabá y el
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