DEMOLICIONES FILOSÓFICAS ARISTÓTELES. SANTA CLARA. | Page 18
que tiene palabra. La voz es signo del dolor y el placer, y por eso la tienen también los demás
animales, pues su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer y significársela unos a
otros; pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo dañoso, lo justo y lo injusto, y es
exclusivo del hombre frente a los demás animales, el tener, él sólo, el sentido del bien y del mal, de lo
justo y de lo injusto, etc., y la comunidad de estas cosas es lo que constituye la casa y la ciudad.
La ciudad es por naturaleza anterior a la casa y a cada uno de nosotros, porque el todo es
necesariamente anterior a la parte: en efecto, destruido el todo, no habrá pie ni mano, a no ser
equívocamente, como se puede llamar mano a una de piedra: una mano muerta será algo semejante.
Todas las cosas se definen por su función y sus facultades, y cuando éstas dejan de ser lo que eran
no se debe decir que las cosas son las mismas, sino del mismo nombre. Es evidente, pues, que la
ciudad es por naturaleza y es anterior al individuo, porque si el individuo separado no se basta a sí
mismo será semejante a las demás partes en relación con el todo, y el que no puede vivir en
sociedad, o no necesita nada por su propia suficiencia, no es miembro de la ciudad, sino una bestia o
un dios. Es natural en todos la tendencia a una comunidad tal, pero el primero que la estableció fue
causa de los mayores bienes; porque así como el hombre perfecto es el mejor de los animales,
apartado de la ley y la justicia es el peor de todos: la peor injusticia es la que tiene armas, y el hombre
está naturalmente dotado de armas para servir a la prudencia y la virtud, pero puede usarlas para las
cosas más opuestas. Por eso, sin virtud, es el más impío y salvaje de los animales, y el más lascivo
glotón. La justicia, en cambio, es cosa de la ciudad, ya que la Justicia es el orden de la comunidad
civil, y consiste en el discernimiento de lo que es justo.
Política Libro I, Capítulo 1, 1252ª-1253ª