De las ciudades redondas a los anillos espaciales | Page 73
Antonio Pinto Renedo
La rivalidad entre los animales genera una selec-
ción natural, pero es el espíritu desde dentro el que lo
define y lo orienta. Podría decirse que el espíritu y la se-
lección natural se reparten la influencia en el progreso
biológico en un 50% cada uno, y el entorno natural que
conocemos es, por lo tanto, la suma de la influencia de
las dos.
Con el tiempo, el hombre colonizará todos los pla-
netas del sistema solar y de las estrellas circundantes
hasta que todos los espíritus encarnados en formas ani-
males y vegetales pasen a la forma humana. Entonces,
comenzará un proceso de desertización y las plantas des-
aparecerán de la superficie terrestre.
A diferencia del hombre o los animales evolucio-
nados, las plantas o las bacterias no tienen un espíritu in-
dividual, sino grupal, es decir, un solo espíritu controla
agrupaciones enteras de estos seres.
Aproximadamente, unos veinte mil mundos serán
colonizados por este proceso, y en contra de lo que se
piensa en la actualidad los diferentes climas o graveda-
des de los distintos planetas no serán un obstáculo para
conseguirlo. Es un error pensar que los mundos con un
clima como el terrestre son los únicos que sirven para
vivir, puesto que con el uso de las ciudades compactas y
con la avanzada tecnología del futuro el hombre se podrá
adaptar y encontrar protegido de esos distintos climas.
No se tratará de adaptar el clima de esos planetas al hom-
bre sino de construir ciudades e instalaciones que pre-
serven a este de los mismos.
Pensar, por ejemplo, en modificar el clima mar-
ciano con bacterias es una idea ingenua, siempre y
73