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However, shortly after, in the interviews from December 2015, I found out that the next Hurdano Carnival edition (in February 2016) would be celebrated in Horcajo. An alignment of the planets, wow! Because it hadn't been there in more than 20 years. So I quickly took the phone and contacted with the Town Hall of Pinofranqueado to tell them that the plots (in that moment buried by the grass) were the space historically destinated to that kind of celebrations. Agreeing completely, they coordinated with Estampas Jurdanas (a folkloric group) so they could bring part of the program and stagings ("Loh antruejuh") there. Felix Barroso, who found out that I was developing a documentary work related to dance, asked us if we wanted to be part of all of that by performing any kind of "dance" in the space. Being the Hurdano Carnival, we found most adequate to do a staging which was "buried", just like the plots were. So he proposed to recover "Loh araórih del Rozu" (The ploughmen from Rozu) and "Cricona", in its most transgressive version.
Everything, thus, was wonderful. Suddenly we were part of all that, we were about to recover the entire memory and physical practice with the people of the village; it wasn't only a site-specific participation showing an allegory of the hardness of time passing and the loss of memory (starting point of the work). This gave sense to it! Through the shortfilm (in its process), we had generated a positive feedback of the space.
Sin embargo, poco después, en las entrevistas de diciembre de 2015, me enteraba de que en esa edición (febrero de 2016) había tocado que el Carnaval Hurdano se celebraría en Horcajo. Una alineación de planetas, ¡vaya!, puesto que en más de veinte años nunca había sido allí. Así que cogí el teléfono rápido y contacté con el Ayuntamiento de Pinofranqueado para decirles que las eras (en ese momento enterradas por la hierba) eran el espacio históricamente destinado a este tipo de celebraciones. Completamente de acuerdo, se coordinaron con Estampas Jurdanas para que parte de la programación y de las escenificaciones (‘Loh antruejuh’) tuvieran allí lugar. El mismo Félix Barroso, quien se había enterado de que estaba desarrollando un trabajo documental ligado a la danza, me proponía entonces si queríamos formar parte de todo aquello realizando algún tipo de ‘baile’ en el espacio. Tratándose del Carnaval Hurdano, nos pareció más adecuado hacer una escenificación de los antruejos que estuviera “enterrada” al igual que las eras. Así es como nos propuso recuperar la corrobra “Loh araórih del Rozu” (Los aradores del rozo) y la “Cricona”, en su versión más trasgresora.
Todo, por tanto, era maravilloso. De repente formábamos parte de ello, íbamos a recuperar la memoria y la práctica física junto al pueblo de forma íntegra; no sólo desde una intervención site-specific alegorizando la dureza del paso del tiempo y la pérdida de memoria (el punto de partida del trabajo). Esto le dotaba de sentido. A través del propio cortometraje (en su propio proceso), habíamos generado una retroalimentación positiva del espacio.
De hecho, al haber pedido que parte de la celebración tuviera lugar en las eras, impulsó la iniciativa de que dos personas, las dos entrevistadas al final de la videodanza, la restauraran (no había otra opción si se quería celebrar allí). Esto ya era la gota que colma el vaso; era la poesía en sí misma, un gesto simbólico; con “poco” se puede hacer mucho: dos personas, por el hecho de recuperar el espacio conseguirían que otras seiscientas (las que visitaran Horcajo ese día, incluidas las personas mayores del pueblo que tenían una mirada tan nostálgica al pasado vivido) podían vivirla y disfrutarla como hacían antes.
Así pues, teníamos todos los elementos necesarios con los que confirmar una dramaturgia lógica, una estructura, un guión (más o menos discernible, en función del peso que le diésemos a la alegoría a través de la danza site-specific). Y todo esto, claramente gracias por la aventura de involucrarnos en el Carnaval Hurdano.