Dancefilm Visions #1 -2017 | Page 21

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We can include perfectly your shortfilm inside of the screendance genre, what does this mean to you?

For me, it is a field that attracts me a lot and it has some communication registers that I want to keep exploring and I need to grow and learn. To put it somehow, my traditional profession in cinema and video (and the one I enjoy the most and I am more prepared for) is a screenwriter, and the fact to tell stories without using the word -with the audiovisual language “orthodoxy”-, and with the expressive possibilities that dance leaves at my disposition, is an extremely attractive challenge.

For a lot of screenwriters, the fact to dispense with the word to structure a story is a kind of unthinkable oxymoron, however, for me, it looks like a great opportunity: let’s say that, in the swatches of cinematographic narrative resources, I have replaced the traditional pigments and binder to other, that are not new, of course, but that need to be sewn very well so they can accomplish their function, and from there, generate a new and unique cinematographic grammar. In my case, all this implies (between other things) that I need to meet sine qua non the requirements of the dance discipline and also adapt to the choreographer, who gives the clapperboard order to the dancers once I say that all is ready. In the end, a pleasure.

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Tu cortometraje se puede incluir perfectamente dentro del género de danza para la pantalla, ¿qué significa eso para ti?

Para mí, es un ámbito que me atrae mucho y con unos registros de comunicación que tengo muchas ganas de seguir explorando y en los que debo seguir creciendo y aprendiendo. Por decirlo de alguna manera, mi oficio tradicional en el cine y el vídeo (con el que más disfruto y para el que más preparado estoy) es el de guionista, y el hecho de contar historias sin usar la palabra, con la “ortodoxia” del lenguaje audiovisual, y con las posibilidades expresivas que la danza pone a disposición, es un reto tremendamente atractivo.

Para muchos guionistas, el hecho de tener que prescindir de la palabra para estructurar una historia es una especie de oxímoron inconcebible, sin embargo, a mí me parece una oportunidad magnífica; digamos que, en la paleta de recursos narrativos cinematográficos, he sustituido los pigmentos y aglutinantes tradicionales por otros, que no son nuevos, claro, pero que hay que hilarlos muy bien para que cumplan su función, y desde allí, generar una nueva y particular gramática cinematográfica. Todo esto supone en mi caso, entre otras cosas, que debo acoplarme sine qua non a los requerimientos de la disciplina de la danza y también a la figura del coreógrafo, que es quien cuando yo le digo que todo está listo y en plano debe de dar la orden de claqueta a sus bailarines. En definitiva, una gozada.

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