Con tu largo salto, golpeas adelante,
Para no verme jamás sobre la tierra difunta del pasado.
Horacio,
¿Qué hay?
Mi ala es silencio en todos los claros del bosque.
¡Señor, la noche grande que yo espero!
Pero la injuria
Y los apretados puños en el subsuelo de mi saliva,
¡Horacio!
Cerca de apagarse, la bujía
Perece bruscamente por un rechinar estridente de polvo.
Es, sin embargo, la hora fatídica de mis astros.
¿Qué miras del presente:
Tu fantasma de Medianoche y este rumor en mis cielos,
Horacio?
Yo lo sé,
Respiro por mis heridas y me adormezco en el sueño del fin
¡He franquedao con un solo aleteo de sombras, el espacio visible!
Aún todos los granos de la tierra pululan esparcidos
en el azar de las tinieblas.
¡Horacio!
Pero todos los granos se corromperán en esta comarca de vejez y de carbón.
Gangotena, 1938.
Poesía
Gangotena, De «Noche».