Los gigantes son muy raros
E l viento soplaba con suavidad , moviendo las briznas de hierba y algunas minúsculas florecillas azuladas . Aunque el cielo estaba salpicado de nubes algodonosas , se trataba del inicio de un otoño más cálido que los anteriores . Era como si el frío se negase a llegar y solo se intuyese por las ligeras ráfagas de frescor que venían de las montañas en cuanto alguien se descuidaba . Parecía que una chaqueta fuese innecesaria pero , si no la llevabas , el aire traía bajas temperaturas para aleccionarte sobre lo poco fiable que era esa idea .
Lórrim estaba inmerso hasta el pecho en el manto verde del jardín , y eso que el abuelo de la familia residente había pasado el cortacésped hacía no mucho . Al ser todavía más pequeño que la mayoría de los de su raza , le venía muy bien dicha altura . Cuando caminaba por las praderas silvestres , resultaba muy difícil verlo y , a decir verdad , tampoco él podía distinguir nada que estuviese al otro lado de la maleza . Casi cualquier tipo de vegetación salvaje suponía un enorme muro visual que le obligaba a tomar precauciones por si había algo al otro lado . No se podía considerar una zona peligrosa , precisamente , pero cuando uno mide unos catorce centímetros , casi cualquier cosa conlleva cierto riesgo . Ya se tratase de un desnivel , animales