Para el Estado, las instituciones
educativas se han convertido en un
bastión importante para desde ahí
conformar un tipo de persona y, sociedad
que convenga a intereses de clases y,
grupos de poder. A través del currículum,
se moldea al tipo de ciudadano que
queremos ser, se deciden contenidos,
métodos, estrategias, recursos con los que
un docente debe enfrentar su práctica.
La visualización desde un enfoque
curricular crítico nos permite revisar el
influjo del currículum dentro de la vida de
las personas, así como el impacto, sus
consecuencias y significados políticos y
sociales que genera la práctica educativa,
y la validación de un contexto natural del
conocer, del hacer y del ser, como si no
fuera dependiente de una construcción
social e histórica. En ese sentido, se hace
una apreciación crítica de reconocer los
valores, la ideología y la práctica política
que se esconde tras la práctica del
currículum y ante ello, se genera un
compromiso moral que intenta la
emancipación política.
Es a través del currículum como se
pueden
seleccionar
otros
tantos
contenidos culturales -ante los ya dados o
naturalizados- como una forma de
reconstruir el conocimiento de que
disponen los grupos sociales, y por ende,
mostrar un interés por las estrategias de
enseñanza y aprendizaje que faciliten los
procesos
de
reflexión,
crítica,
transformación,
de
participación
democrática, de responsabilidad y
solidaridad.
El currículum escolar no puede
visualizarse como un cuerpo de
conocimientos neutro, sino como una
producción social que legitima el
conocimiento de la clase dominante. La
escuela como principal agente de
generación de conocimientos se convierte
en una institución que sirve a intereses de
un sistema capitalista, pero a su vez se
genera al interior una lucha entre los
grupos dominantes y los grupos
subordinados que generan resistencia. De
alguna forma el currículum refleja el
conflicto entre intereses dentro de una
sociedad y los valores dominantes que
rigen los procesos educativos.
En el currículum hay una
intencionalidad que responde a
intereses económicos y culturales por lo
que no está explicitado de manera
formal en los planes y programas de
estudio, sino más bien encubierto y
ambiguo, por lo que son pocos docentes
que pueden develar sus verdaderos
intereses. De esta forma, el currículum
se convierte en un espacio de lucha
ideológica, y una pugna entre los
intereses de la clase dominante.
El sistema capitalista pone en
manos del currículum su reproducción
eficientista, utilitarista, mercantilista,
a través de los planes y programas de
estudio que son aceptados por las
instituciones educativas, dado que el
mismo sistema a través del Estado y
la misma escuela legitiman estos
procesos. Las diversas políticas
educativas que giran en torno de un
ser humano productivo y utilitario no
son más que señales del claro
predomino racionalista de los grupos
de poder.
El currículum toma forma y
sentido dentro del proceso educativo y
es difícil desdeñar su objetivo
implícito, político e ideológico. Las
prácticas
educativas
cobran
significado
cuando
estas
son
analizadas,
interpretadas
y
resignificadas a través de la criticidad
de la realidad que el docente vive en
el día a día. A partir del currículum se
regulan los procesos formativos,
normativos, prescriptivos, de lo que
debe ser el currículum, parece ser que
desde la teoría se justifican y
legitiman los intereses políticos e
ideológicos de la clase dominante que
son quienes verdaderamente deciden
sobre el qué, el cómo y para qué de la
educación.