2 El Telero
Por estas tierras de Castilla , el Telero goza de la consideración de personaje mítico , al igual que aquel V . K . Ratcliff de William Faulkner que iba recorriendo los pueblos del condado de Yoknapatawpha con su vieja jardinera . El Telero , sin tantas pretensiones literarias , visitaba las localidades del contorno vendiendo prendas y géneros de punto .
Iba acompañado de un macho sobrio y reflexivo que , a lo largo de interminables jornadas de soledad , había aprendido a hablar consigo mismo y a veces con su amo . Tiraba de un carro inhabitual en los pueblos de la Ribera , lleno de tantos cajones y apartados , de tantas puertecillas y habitáculos , que parecía compartir ámbitos secretos con amo y caballo .
El Telero era un hombre robusto y colorado , sabio y parlero , que hablaba con muchísimas mujeres de patrones , pesos y medidas imposibles de guardar en el museo parisino de Sèvres . Era quien mejor conocía , por necesidades de ropas y retores , la intimidad de los hogares .
De los hogares y sus moradoras . Era perito en tallas de busto y de cintura , ya por cálculo aproximado o medición directa . Aparecía en las primeras horas del día y se pasaba toda la jornada en el mismo pueblo , aconsejando con su verbo melifluo la compra de determinadas prendas en el capítulo de fajas y sostenes , de lencería burda para mujeres de labranza .
En aquel preámbulo de intimidades compartidas , ¿ qué podría suceder en los coloquios sobre géneros y tallas ? Sólo lo sabe el macho centenario . El animal , callado y catedrático , se quedaba esperando con la cebadera puesta y las orejas desplegadas a que su amo acabara la gestión que llevaba entre las manos . Rumiando su especial sabiduría , asistía impasible a una liturgia de intercambios que , años después , habría de borrar el implacable vértigo del tiempo .
3 Soledad y silencio en Pedrosa del Páramo
Fuera ya de la iglesia , percibimos el agudo contraste entre la verbosidad del enseñante y el silencio del pueblo . Un silencio hondo y mineral , que se extiende entre las calles como un mastín de niebla y lo envuelve todo : las tejas y las casas , las palabras y los gestos .
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