Culdbura18 invierno 2022 | Page 155

sobrante , dejando largo el que horadaba el maxilar inferior . Al tirón , el microbio sería forzado a abrir la boca y sacar la lengua , quedando esta atrapada entre sus dientes . La tercera persona no contaba con que la acción no obligaba en absoluto a abrir la boca al espécimen ; todo lo contrario , hacía que mantuviera las mandíbulas fuertemente apretadas , con el hilo que esclavizaba su lengua anulado por la fuerte mordida con bruxismo incluido . ¡ Vaya fracaso ! ¡ Con lo que le había costado pergeñar la cosa ! Se puso a cavilar . Visualizó varios procedimientos sometiéndolos idealmente al método de prueba-error hasta que dio con una solución . ¡ Eureka ! La tercera persona se puso a desnudar al nanoenano , lo que consiguió después de más de media hora por la fuerte oposición encontrada . A continuación , punzón incandescente en puño , le perforó el escroto por el rafe perineal ( para que luego digan los expertos que un virus no es un ser viviente ). Por el buraco resultante dio tres vueltas de aguja dejando el hilo flojo para atravesar tres veces el acero por el bucle y realizar un fuerte nudo . Desenhebró la aguja y ató la tramilla a la altura del nudo que unía las otras dos cuerdas . Ahora sí , cuando la tercera persona tiraba del ramal , el bichito , soliviantado por el terrible pellizco en los huevos , abría desesperadamente la boca para emitir el ay de consolación , ahogado en ese preciso momento porque la lengua , eyectada hacia afuera por el arreón del bramante , había sido lamentablemente hendida en dorso y reverso , hasta casi atravesarla , por los incisivos y caninos superiores e inferiores de la diminuta bestia ).
Días después , seis o siete quizá , Burgos in mente ( aunque el diagnóstico podría hacerse extensivo a Castilla y León y al país entero ), la situación continuaba siendo buena ; relativamente buena , con 15 , 20 infectados diarios y alguna que otra muerte muy de vez en cuando . Pero , ay , llegó noviembre , mes de difuntos , y la incidencia comenzó a subir , poco a poco en una primera instancia , aunque fue acelerándose a medida que avanzaba el mes . A finales , la sexta ola era un hecho . Una ola creciente , con unas incidencias a catorce y siete días que , para las olas precedentes , habían significado las restricciones propias del nivel cuatro , descrito como de riesgo extremo . Sin embargo , ahora se continuaba en el nivel uno , de riesgo controlado , porque , al decir de la docta autoridad , había dejado de tener sentido , en un escenario en que la mayoría de la población estaba vacunada , que fueran las tasas de infección las que determinaran el nivel de alerta , considerándose mucho más razonable que los parámetros decisivos al respecto fueran las tasas de hospitalización y el grado de ocupación de camas UCI , fiando a la vacunación de los niños y de los dudosos y negacionistas arrepentidos , a la tercera dosis y a la responsabilidad individual el pronto desvencijamiento de la sexta ola . Parafraseando a Igea a raíz de la quinta ola , seguíamos siendo idiotas ( todos , pero , esencialmente , autoridades y expertos a estas allegados ), no habíamos aprendido nada de las embestidas anteriores de la pandemia .
A mediados de diciembre , la incidencia desatada , ya empezaban a barajarse restricciones . Nada parecido , de todos modos , a las soportadas un año antes . Eso decían . Veríamos . Veríamos , con suerte ; sin ella , seguramente ya no podríamos ver . A ver . Ya iban para dos años con el virus , y a la tercera persona la había poseído el hartazgo . ¡ C ´ est fini ! Dos años haciendo crónica de sucesos respecto del virusito de los cojones . ¡ A la mierda ! Dos años oyendo a expertos , científicos y autoridades , unas veces presumiendo de que sabían más de lo que de verdad sabían , otras mintiendo descaradamente , otras manifestando hoy una cosa y mañana la contraria (¿ verdad , Margarita ?; ¿ verdad Sández , Cochefúnebre Simón , Salvador de Pacotilla , Calorina Farias , Grajote Igea …?). Dos años constatando que el rasgo más característico de la sociedad ( de la española cuando menos ) era la estupidez , demostrada , por ejemplo , en relación con las mascarillas ( la gente se la ponía , con desgana siempre , bajo la amenaza de multa ; si no había amenaza , pasaba de ponérsela , o , lo que todavía era peor , la usaba de babero o de moquero , cuando no de codera o de cestita cuqui de Bimba y Lola . Tampoco eran capaces de desecharla civilizadamente cuando había acabado su vida útil ; preferían dejársela caer o arrojarla al asfalto como se tira una colilla o

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