nosotros somos solo su afortunado coro . No quieras ser más : el orgullo es un pecado y la arrogancia una blasfemia .
― Pedro , no solo es eso , por más que lo intento todo se me hace más lejano , más borroso . No lo quería reconocer , pero ya ni siquiera recuerdo cómo era la voz de mi madre . ¿ Te das cuenta ? No le pongo voz a los cuentos de la niñez , no puedo terminar de saber cómo era . Recuerdo que era dulce , que era maravillosa , que me llenaba de paz , pero … nada más , nada más . Aquí estoy arrastrando mi pena , el alma se me desangra .
― Matías , eso nos ha pasado a todos . Confórmate con lo que tienes , piensa en los que ya no están , piensa en los que se fueron para siempre . Somos afortunados . Somos felices , nada nos puede perturbar . Recobra la calma . Vamos , hombre , que no se diga .
― Tienes razón , perdóname , perdóname . No te molesto más . ¿ Pero cómo sería su voz ?, ¿ quién me lo puede decir ?
― Por favor , no vuelvas con lo mismo . Ya basta , mantén la compostura . No me hagas enfadar .
― Lo siento , de verdad . Es que a veces , ya sabes , todo se hace largo , casi infinito , y la cabeza te juega malas pasadas . Pero ya estoy mejor . Gracias , no volverá a ocurrir . Gracias , amigo , gracias . vienen más flojos , no sé dónde vamos a ir a parar ”.
Alfonso Hernando
Página 109
― Muy bien , Matías , muy bien , así me gusta . Vamos , solo ha sido un momento de debilidad , no te preocupes . Ya sabes que siempre me puedes contar lo que te pase . Para eso estamos .
San Pedro dio unas palmaditas en el hombro a San Matías y se alejó sin atreverse a mirar hacia atrás . Iba pensando entre sí mismo : “¿ Pero qué se habían pensado que era esto de la eternidad ? Qué recuerdos ni qué gaitas . Así son las cosas , en el fondo yo también tengo mis dudas y mis momentos malos , pero es lo que hay , sigo con mis llaves y no doy la murga a nadie . Pues estaríamos frescos . Estos santos de hoy en día cada día