A nivel estatal , los contagios también seguían aumentando , pronosticando el inicio de la tan temida ( solo para algunos ) cuarta ola . Ni el Gobierno central , ni los autonómicos ni los locales estaban haciendo nada por evitar el desastre . Preferían salvar la hostelería , el negocio en general , cualquier actividad económica que generara impuestos ( los impuestos eran la gasolina por la que se movían los políticos ; los impuestos actuales equivalían a los diezmos y primicias , las gabelas , las rentas confiscatorias de la época feudal ), que la vida de los más vulnerables . Por su parte , la ciudadanía tampoco estaba poniendo nada de su parte para que la situación mejorara ; se comportaba como si no tuvieran nada que perder . Y puede que así fuera : la vida había dejado de tener valor para quienes vislumbraban un horizonte en que no iban a poderse ganársela ; como mucho , mantenerla gracias a un subsidio artero a costa de empeñar su voluntad . “ Te doy para que me votes ”.
― De manera análoga , yo te mato para que no tengas que morirte .
¡ Si el coronavirus hablara ! El martes 30 de marzo , después de muchos días en que la principal noticia de los medios , tanto hablados como escritos , audiovisuales y mixtos , había sido la fracasada moción de censura planteada por el PSOE y Ciudadanos en Murcia y la convocatoria de elecciones en la comunidad de Madrid , la publicación en el BOE de la Nueva Ley de Prevención y Contención del Covid-19 devolvió a este a primera plana . En la nueva ley se corregía uno de los graves errores auspiciado por la Administración referido a las mascarillas . Pasaban a ser obligatorias siempre , independientemente de la distancia interpersonal . La excepción y la torpeza : permitir que los que practicaran deporte ( y dentro de estos , estaban considerados los que iban en bici , en patinete , en moto o fueran haciendo algún tipo de aspaviento o simulación deportivos ) no la llevaran .
― Manga ancha .
Pues aún iban a añadirle holgura . Días después de la nueva ley contra el covid-19 , el Gobierno central , presionado por los territorios costeros fundamentalmente , daba marcha atrás en algunas de sus prohibiciones y eximía de usar mascarilla a los bañistas fuera del agua ( tomadores de sol en traje de baño ) en playas y piscinas , siempre que respetaran la distancia de seguridad de metro y medio , así como a los senderistas y visitantes de la naturaleza y de las afueras de los núcleos de población , que ahora pasaban a estar incluidos entre los que practicaban deporte . En resumidas cuentas , la cosa quedaba prácticamente igual que antes . ¡ Para una vez que habían acertado !
― La mascarilla … Por cierto , ¿ qué ha sido del coplero que , en la anterior entrega de esta crónica por mi culpa , rimaba en asonante acerca de cómo se usaba y de cómo debiera utilizarse …
Acordándose del virus , aunque no se acordara de la mascarilla .
A mí , este virus de Wuhan , aun sin haberme embestido , me tiene fuera de mí , desprovisto de mí mismo .
En las afueras de todo , a oscuras , celadamente , con silenciador el pulso , para que nadie sospeche
de mi existencia . ¿ Existencia he dicho ? Más bien tortura , por temor a que acontezca lo que tal vez nunca ocurra .
¿ Y juzgabas que por chino iba a ser de saldo el virus ?
¿ Creías que por asiático sería más apocado ? ¿ Y pensabas que por mínimo iba a ser menos dañino ?
Puede que por su tamaño resulte insignificante ,
bien que por matar a espuertas cabría llamarlo el Grande .
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