―¿Y qué quieres decir con eso, Cam-
poamor?
―¿Que qué quiero decir, dice? ¿Y toda-
vía me lo pregunta? El clima es usted. Y lo
soy yo. Forma parte de nuestra ideología, in-
dependientemente de que lo definan una
serie de datos objetivos.
―En esos datos se basan precisamente
los que hablan de que es necesario frenar el
cambio climático.
―Datos que no les niega nadie. Los “ne-
gacionistas” también admiten que la tierra se
ha calentado en los últimos 150 años. Nadie
puede negar esa evidencia. Sin embargo,
aducen que se trata de un periodo demasiado
corto como para considerar irrefutables las
conclusiones a las que ha llegado la progresía
ecuménica, con Al-Gore a la cabeza, en con-
nivencia con la “comunidad científica”.
―¡Vaya unos científicos que ni siquiera
dudan de sí mismos!
―Sin duda, Descartes, que propugnaba
la duda como método de conocimiento, está
superado para ellos.
―Con todo, de que son sabios ningún
tonto duda.
―Eso es verdad ―asintió el que parecía
más discreto de los dos―. A todo esto ―trató
de tocarle el brazo izquierdo―, le estoy mi-
rando fijamente y, ¿sabe lo que le digo…?
―¿Qué? ―saltó el otro como un re-
sorte, un tanto molesto.
―No sé si serán cosas mías, pero creo
que nos parecemos muchísimo… si no somos
exactos.
―Como dos gotas de agua, ¡no te jode!
―Míreme con atención y luego me dice.
solar al que sucede otro de bajada; ciclos cli-
máticos de 1500 años, según la teoría de Ge-
rard C. Bond; los ciclos glaciares del
Cuaternario y periodos anteriores, separados
entre sí por otros interglaciares caracteriza-
dos por el deshielo… ¿Que, en estos últimos
150 años, la acción del hombre ha roto los ci-
clos climáticos, al provocar un aumento pau-
latino de la temperatura, especialmente
acentuado a partir de la segunda mitad del
siglo XX y sin visos de que esa tendencia
pueda quebrarse para dar comienzo a un ciclo
contrario, de acuerdo con la tesis de los que
sostienen que se ha producido un cambio cli-
mático? Habrá que entender que se han roto
los ciclos de siete y once años; no se puede
decir que se hayan roto los de 1500 ni los de
duración superior, como los glaciares e inter-
glaciares. ¿Acaso 150 años son suficientes
para afirmar que el ciclo de aumento de las
temperaturas no va a tener fin hasta que el
hombre adopte un modelo de crecimiento
sostenible alejado del capitalismo y unos há-
bitos de conducta que nada tengan que ver
con el consumismo actual? ―Se aclaró la gar-
ganta―. Ya sabes, todo es del color del cris-
tal…
―¡Déjese de bobadas! ¿Acaso pretende
distraerme de lo que estaba diciendo?
―¿Yo? ¡Dios me libre! Simplemente, he
hecho un comentario. Fuera de contexto…,
puede ser, pero sin intenciones aviesas. Ade-
más, todo lo que tenga que ver con la “co-
munidad científica” me interesa mucho, por
más que yo nunca haya pasado de las cuatro
reglas de la aritmética; de hacer puntería con
piedras contra las bombillas del alumbrado
público, en física; y, en química, de teñir de
amarillo el agua del fondo de la taza del
váter.
―¿Sí? ―Entusiasmado―. Pues, si le pa-
rece, voy a formular algunas objeciones a las
amenazas de los “señores del cambio climá-
tico”. ―Se rascó la cabeza. Solía hacerlo cada
vez que tenía que realizar un esfuerzo para
encontrar las palabras con que expresarse―
. Respecto a la afirmación de que el polo
norte se está derritiendo y de que acabará
missing, no cabe negar que, en los meses de
verano, junio, julio y agosto, la temperatura
media ronda los 0º, si bien han llegado a al-
canzarse máximas de 7, 2º. En el supuesto
de que las cosas fueran a peor… ―S inte-
rrumpió aquí para hacer la siguiente digre-
sión―: Hay que tener muy presente que el