culdbura nº 14 Culdbura nº 14 | Page 52

Yo iba con frecuencia a verlos. Me sentaba frente a ellos, cara al sol de mediodía, y mientras los contemplaba, poco a poco sentía cómo iba invadiéndome una especie de bea- titud. Todo en derredor de ellos quedaba teñido, como si aquel paisaje fuera un pensa- miento, de una tranquila hermosura clásica: la colina donde se erguían, la llanura que desde allí se divisaba, la hierba, el aire, la luz. Algún reloj, en la ciudad cercana, daba una hora. Todo era tan bello, en aquel silencio y soledad, que se me saltaban las lágrimas de admiración y de ternura. Mi efusión, concre- tándose en torno a la clara silueta de los tres chopos, me llevaba hacia ellos. Y como nadie aparecía por el campo, me acercaba confiado a su tronco y los abrazaba, para estrechar contra mi pecho un poco de su fresca y verde juventud. Miguel Hernández Andaluces de Jaén Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, decidme en el alma, ¿quién, quién levantó los olivos? Andaluces de Jaén Andaluces de Jaén No los levantó la nada, ni el dinero, ni el señor, sino la tierra callada, el trabajo y el sudor. Unidos al agua pura y a los planetas unidos, los tres dieron la hermosura de los troncos retorcidos. Andaluces de Jaén. (se repiten los seis primeros versos, menos los dos centrales que quedan: decidme en alma, ¿de quién, de quién son esos olivos?) Cuántos siglos de aceituna, los pies y las manos presos, sol a sol y luna a luna, pesan sobre vuestros huesos. Jaén, levántate brava sobre tus piedras lunares, no vayas a ser esclava con todos tus olivares. Andaluces de Jaén, decidme en el alma, ¿quién, quién levantó los olivos? Andaluces de Jaén. Andaluces de Jaén. (Tiene bastantes diferencias con el poema original y se acerca bastante, aunque tam- poco es igual, a la letra de la famosa canción que hizo Paco Ibáñez sobre esta obra.)