Cuentos que me contaron de la Vía Férrea Cuentos que me Contaron de la Vía Férrea | Page 55
nuestra familia. Convencido de las propiedades
curativas del árbol Indio Desnudo, preparó con lujo de
detalles el ritual recomendado para una dolencia que
me aquejaba cuando pequeño, una hernia testicular. A
los cinco años me la trataron mediante un ritual. Papá
hizo la respectiva solicitud al Indio Desnudo con una
oración entonada al despuntar el día: “buenos días
indio desnudo, con mucho respeto le pido un poco de
su ropaje para curar una dolencia de mi hijo…”; acto
seguido, colocó mi pié sobre el tronco del árbol, y con
el cuchillo recortó parte de la corteza con la forma y
tamaño de mi planta. La plantilla obtenida la colgó de
un alambre sobre el fogón de leña para que secara
con el humo y calor de la candente braza. Se creía
que a medida que fuera encogiéndose la plantilla,
ocurriría lo mismo con mi hernia. Así que, cada cierto
tiempo revisaba mis turmitas a medida que la plantilla
se encogía. Parece que funcionó.
En el monte, en las fincas surlaguense, cada vez
que en la lejanía del camellón visualizábamos la
silueta grisácea con casco plateado del inspector de
Malariología sobre su fornida mula, sentíamos nudos
en la garganta con sólo pensar como tragar la dosis
de pastillas de quinina que nos correspondía ese mes,
para la prevención del paludismo; aunque también nos
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