Cuentos que me contaron de la Vía Férrea Cuentos que me Contaron de la Vía Férrea | Page 27

No la desmotivó la otra historia que nos refería Luis Polanco, nuestro cuñado wayúu, sobre el arcoíris de lengua multicolor de una inmensa serpiente que vivía bajo tierra y que salía para espantar la lluvia, ¡no!, la sedujo la primera. Había escuchado que se decía que no todo el mundo la podía visualizar, que algunos sólo llegaron a la reluciente cascada pero no encontraron nada; otros, y que intentaron buscarla en cada despliegue del arcoíris, pero fueron infructuosos sus empeños. Decían que no era para todo el mundo, que sólo una conciencia inocente podría acercársele para recibir algún tributo. Ella pensó entonces que sí era para ella la fortuna que presenciaba, porque la podía percibir en el fondo del estanque de colores. Así que introdujo su manita y cuando había logrado atrapar tres de las monedas doradas y dos perlas nacaradas, sintió el fuerte silbido que bien conocía y la mano cariñosa de mamá que le decía: “Mi niña llegamos, despertate que nos toca bajar en esta estación”. Mientras se estiraba, notó que los colores de la carisucia Peti lentamente se difundían por el aire, y que la palma de su manita derecha apretaba fuertemente las monedas doradas de chocolate y los caramelos “saca muelas” que mamá le había comprado antes de embarcar al tren. 26