Cuentos que me contaron de la Vía Férrea Cuentos que me Contaron de la Vía Férrea | Page 21

eran afiladas y zigzagueantes, no, las centellas me la vendieron como bolas de fuego muy luminosas surcando la tormenta a alta velocidad, destrozando y quemando todo por donde caían. Por eso, a Mamá le preocupaban cuando aún Papá estaba en sus labores en el campo, decía que eran muy peligrosas; lo encomendaba a sus santos para alejarlo de los malos peligros, yo veía cuando se acercaba a su pequeño altar de santos que mantenía en la repisa de la pared, y cómo en susurro se les escapaban las oraciones, y de inmediato se iba directa al espejo y lo tapaba con un paño, porque tenerlo descubierto era malo, me decía. Me gustaban las centellas porque con sigilo Papá las buscaba después de la tormenta. Estaba pendiente de su caída y cuando era cerca de la casa, salía a merodear los alrededores. Entonces Mamá nos comentaba que andaba en busca de la piedra de la centella. En efecto, Papá creía que la centella al caer se apagaba y quedaba una piedra pequeña que transfería poderes a quién la poseyera; le daría fortuna, felicidad y era capaz hasta de hacerlo invisible, como le contaron sus ancestros. Porque a él se lo había confirmado también una persona que conoció aquella que supuestamente sí lo había presenciado; y le decía a Mamá "usted sí es incrédula, mire que esas cosas existen". 20