Cuentos que me contaron de la Vía Férrea Cuentos que me Contaron de la Vía Férrea | Page 16

Cuarenticinco, ya más grandecito, tenía que asistir a mi primera escuelita ubicada en Los Cañitos, caserío cercano al nuestro, con mis hermanas Aya y Ara; teníamos que recorrer el mismo trayecto del difunto y además, pasar frente al cementerio del pueblo a las cinco de la tarde cuando empezaba la oscurantina. Para esquivar las cruces del cementerio e impedir tropezarnos con el alma errante del difunto, emprendíamos una sola carrera hasta que las perdíamos de vista y llegábamos de nuevo a nuestra casa. 15