Cuentos policiales 6to B | Page 20

"Caso 1”

Carmina Varise

5:30: Morgard tomaba su café temprano de los lunes, cosa que Max veía como subnormal ya que, ¿qué clase de persona se despierta a las 5:30 de la mañana para tomarse un café? El caso es que, mientras escuchaba su antigua radio, alguien lo llama al teléfono fijo de la cocina; algo que solo hacen los clientes, así que Morgard se dispuso a responder y cuando lo hizo estuvo un rato esperando, escuchando sonidos, hasta que una mujer contestó y dijo que lo necesitaban de inmediato en el correo central, que se había cometido un delito y que mandarían un auto a buscarlo, no lo dejó responder ni una sola palabra porque apenas acabó de hablar colgó.

El hombre esperó hasta las 7:00, cuando Max se despertó, y a las 8:30 ya estaban en el auto de camino al correo central, donde una bella mujer los atendió:

- Usted debe de ser el detective Morgard, soy Laiara, la jefa de esta estación de correos y me temo que se ha cometido un terrible delito.

- De acuerdo, señorita dijo Morgard, el es mi compañero y ayudante Máximum y le aseguro que si nos cuenta de que se trata el crimen lo podremos resolver en lo que canta un gallo.

- No lo creo, señor. Este no es un caso para presumir, ya que es completamente inexplicable.

-Con que inexplicable, ¿eh? No estoy muy seguro, pero cuénteme.

–De acuerdo. Lo que pasó es que en el momento del cambio de turno de las tres de la mañana, el guardia que debía retirarse no aparecía por ningún lado, pero todas sus pertenencias seguían en la casilla de seguridad, así que el guardia que debía reemplazarlo empezó a buscar por todas partes. Una hora más tarde, volvió a la casilla, dispuesto a llamar a la policía y encontró el cuerpo de su compañero sobre la silla con su bolso, su campera y todas las cosas que estaban en la casilla calzadas como si estuviese a punto de irse, y una nota pegada sobre su ojo que decía: “Lo sentimos, pero lo necesitamos, porque el amo de los matorrales nos quitará nuestras insignias de los ojos. Espero comprendan, gracias y perdón”.

Pero lo peor pasó cuando el guardia de seguridad despegó la nota adhesiva, porque a Charles, el difunto, le faltaba el ojo y, al abrirle el otro párpado, se dio cuenta de que también le faltaba el otro. ¿Qué le parece eso, señor? ¿Cree que podría explicarlo, decirnos quiénes le quitaron la vida a nuestro queridísimo Charles?

- Bueno señora, empecemos por lo primero, quiero saber cómo se llama el que encontró el cuerpo y luego el nombre de todas las personas que tienen acceso a este lugar durante el cambio de turno, no nos apresuremos.

- De acuerdo, el nombre del guardia es Fillegan Peterson y a esa hora nadie tiene acceso a este edificio, lo único que sabemos es que entraron por una de las ventanas del segundo piso, ya que las cámaras de seguridad esa zona fueron hackeadas...

- Dígame señora ¿usted sabe algo sobre tecnología? La posible cuestión que deberemos plantear es que una persona X, que tiene acceso a las cámaras de seguridad, las apagó y cuando el guardia subió hasta el segundo piso, encendieron las cámaras de nuevo, pero el otro guardia no presto atención a las cámaras, ya que su compañero había desaparecido y, mientras bajaban al hombre, el guardia subió al siguiente piso, lo que les dio tiempo suficiente, ya que el edificio es alto, para matarlo o drogarlo, ya veremos qué dice la autopsia, y arrancarle los ojos. Luego se fueron, y cuando bajó el guardia se encontró con este desastre. Necesito algunas pruebas más y podré verla el martes que viene en la corte, así que cuídese señorita, gracias por la ayuda.

La mujer hizo una mueca y le dijo al detective que era completamente improbable que ella hubiese sido la asesina, ya que la nota estaba escrita en plural, pero Morgard le dijo que era demasiado fácil, ella era el “Amo de los Matorrales” y tan solo había llamado a algunos de sus reclutas para que lo mataran porque, si no los quitaría de esa especie de ritual posiblemente, y, además cómo ella se acordaba tan bien lo que la nota decía.

-No creo que la haya practicado- dijo el detective- así que, por favor, ¿podría darme todos sus papeles de compras con tarjeta, efectivo? Ah, sí, y también deme los papeles de ese terreno que compró en el campo y las llaves de la cabaña, se lo agradecería mucho.

- Pppero señor, yo no fui, es completamente absurdo, nací en los cincuentas, ¿cree que pude haber hackeado una cámara de seguridad?

-Yo nunca dije eso, así que no me niegue los papeles, si quiere la acompaño a buscarlos al banco, es sábado, no tengo nada que hacer.

Dos horas más tarde, ya estaban en el banco recogiendo los papeles y cinco horas después, ya estaban en un hermoso terreno de matorrales altos, revisando con la policía cada hectárea. Lo mejor pasó cuando entraron en la pequeña cabaña, donde había unas personas con capas negras con capucha recitando unas palabras en latín, todos fueron a la comisaría donde confesaron ser parte de una secta que le quitaba los ojos a personas, luego los quemaban y se inyectaban el líquido que chorreaban en sus ojos. A eso era a lo que le llamaban “insignias” y si algún grupo no llevaba los ojos al final de cada semana, se les quitaba el líquido de los ojos, volviéndolos ciegos hasta que se inyectaran otra dosis. Los que habían matado al hombre eran Telmor Darwin, uno de los secuestradores, Marya Laryusklein, la hacker, y Timothy Kendall, el otro secuestrador.

A todas las personas de la secta se las llevaron a prisión por múltiples asesinatos y la señora Laiara Madison Sherchiss, también conocida como “El Amo del Matorral” fue condenada a cadena perpetua y posible pena de muerte.

Al otro día, un jueves, ya que el juicio había sido el miércoles, Max consiguió más sangre para su colección, que sacó de la autopsia y Morgard estaba feliz escribiendo en su libreta el caso, ya que no lo llamaban muy a menudo, por su carácter. Él escribía el caso desde su punto de vista, el de Laiara y del guardia que encontró el cadáver, hasta que en cierto punto fue interrumpido por su compañero, quien se animó a preguntar por qué Laiara llamaría a un detective como él, que nunca comete un error en un caso para que resuelva un crimen que ella misma había cometido.

-¿En serio?- se quejó el detective. -¿Para eso me interrumpe? ¿No sabe sacar tus propias conclusiones? Ah, no, ¡claro! Porque usted no tiene un CI de 133 como yo, así que te lo voy a tener que explicar.

Ella me llamó, porque si no me llamaba era mucho más evidente que quería esconder algo, y pensó que podía engañarme diciéndome que nació en los cincuentas, pero eso es una mentira. Ella nació en los ochentas, era joven, pero contrató al mejor maquillador de esta ciudad, me enteré de esto mientras revisaba los papeles de todas y cada una de sus compras de este mes, y había adquirido el puesto hacía poco, así que nunca se imaginó que yo sospecharía de ella. Nunca pensó que yo le iba a pedir sus datos, un poco tonta, porque un detective tan bueno como yo siempre pide los datos de todas las personas que podrían llegar a ser culpables y, por si te importa, descubrí que a ella le interesaban los ojos porque nació ciega y debió someterse a una operación de córnea.

– Ahhh, balbuceó el ayudante… ahora entiendo. Usted, Morg; es completamente brillante!

-Sí, ya lo sé, hijo, no tiene que mencionarlo, ya me lo dijeron muchas personas, pero acepto igual tu cumplido.

Máximum puso mala cara mientras continuaba clasificando su sangre en tubitos de ensayo con etiquetas y Morgard siguió escribiendo en su libreta.

Fin