John, David y el matrimonio
Hoy les contaré una historia, la historia de mi hijo, él se llama John Cheshire, es estadounidense y es el detective más involucrado en casos que conocí jamás, y digo esto porque yo, Peter Cheshire, fui ayudante de detectives desde que John tenía 3 años. Mi hijo y David Harrison, que son amigos de toda la vida, son detectives expertos.
Ahora les contaré un caso, este caso ocurrió en Londres, un sábado a la tarde, John estaba sentado tomando un café cuando fue David y le dijo:
-¡John! ¡Al fin te encuentro!
-¿Qué pasa Dav?- le preguntó.
-¿Viste que necesitábamos un caso? - le dejó una carta adelante del café.- Leela- insistió David
John la leyó con mucha atención y le dijo a su amigo:
-¡Increíble! ¡Justo lo que buscábamos! ¿Dónde se encuentra este hombre?
-En España- le contestó.
-¡Pues vamos para allá entonces!
Y así fue, al día siguiente por la mañana tomaron un avión rumbo a España, Madrid. Luego de llegar e instalarse, marcharon hacia donde habían acordado encontrarse con el señor de la carta.
-Disculpe, ¿Es usted el señor Hernández? - Preguntó Harrison.
-¡Sí! ¿John Cheshire y David Harrison, verdad? - Se paró y les dio la mano.- Tengo un problema y necesito su ayuda.
-¿Qué sucede? - Preguntó mi hijo, Cheshire.
-Ocurre algo con mi esposa.
-¿Le importaría contarme la historia completa?- insistió
-Cómo no, todo empezó el lunes anterior, mi esposa cuando llegó de trabajar estaba como... preocupada- Comenzó a explicar Franco Hernández- Le intenté preguntar qué le pasaba, pero lo único que me dijo fue que no me preocupara, que era una tontería, pero la había sorprendido. Volví a insistirle que me dijera qué fue lo que pasó, y de nuevo no quiso. La dejé ir al cuarto sola un rato para ver si se tranquilizaba, cuando salió estaba más tranquila, pero tenía guantes puestos y eso que estaba la calefacción. Me miraba como si pudiera decepcionarme de ella, lo cual no entendí, después volvió a estar, al menos hasta la noche siguiente, normal. Pero, después de comer, me paró para decirme algo, pero lo único que me dijo fue: “Amor, eh... em..”, se trababa, “ ¿co.. cómo te fue hoy?” Y no sé si fue mi impresión o eso fue muy extraño.