Cuentos policiales 6to A | Page 12

(1994)

ASESINATOS Y DESAPARICIONES

Richard y yo acabábamos de volver de un caso, lo primero que hicimos fue sentarnos junto al fuego y relajarnos, pero la tranquilidad no duró mucho tiempo. De pronto tocaron la puerta y era un hombre alto y joven, vestía un traje negro con una corbata roja y un sombrero muy llamativo. Se podría decir que tenía unos 35 años.

-¿Quién eres?- le preguntamos.

– Me llamo Julio Barbuiser – nos contestó– y necesito su ayuda.

Le abrimos la puerta y rápidamente entró, cuando nos pusimos junto al fuego Richard le preguntó - ¿Qué ha pasado? Cuéntenos– a juzgar por la cara del hombre no parecía muy preocupado.

- Han asesinado a mi esposa y secuestraron a mis hijos– contestó.

- Pero ¿cuándo pasó todo esto?– le pregunté.

- Estaba volviendo del trabajo, cuándo llegue a casa estaban todas las ventanas rotas, la puerta abierta a la fuerza y mi esposa baleada. Cuando me di cuenta mis hijos ya no estaban.

Richard no pudo evitar ese caso; entonces acordamos encontrarnos al día siguiente a primera hora. Llegamos a la casa a las diez y medida de la mañana, era una casita situada en un pueblito cercano a la ciudad, la casa estaba igual a como la había descripto. Al entrar empezamos a observar alrededor de la víctima en busca de pistas. Richard le pregunto a Julio:

- ¿Cómo dices que se llama?

Rápidamente Julio dijo:

- María.

Pude observar que alrededor de la puerta había unas balas, le toqué el brazo a Rich y fue a investigarlas.

- Estas son balas de revólver– dijo, no sé cómo pudo determinar que son balas de esa arma- ¿Conoce a alguien que venda armas?- le preguntó a Julio

- Sí, conozco a alguien y se llama Carlos.

Rápidamente nos llevó a lo de Carlos. Cuando llegamos Richard le preguntó:

- ¿Quién fue el último en comprarle a usted?

-Un hombre muy raro, por así decirlo, me pidió un revólver y muchos cartuchos de municiones- contestó Carlos.

- ¿Le pudo ver la cara?- le pregunté.

- No, llevaba una máscara toda negra- me contestó, para mí ese fue el primer sospechoso.

Cuando volvimos para la escena del crimen notamos unas huellas que subían las escaleras, no me sorprendió que Julio no las haya visto con la preocupación. Las huellas acababan en el velador y Richard le preguntó:

-¿Aquí es donde guarda usted la plata?

-Sí – contestó Julio– pero solo lo saben mi esposa, mis hijos y un amigo mío.

Richard midió las pisadas y dijo:

- Sea quien sea el que vino, mide 39 y medio de calzado.

-¿Cuánto mide su mejor amigo?- pregunté

-Lo mismo, pero eso también calza mi hijo mayor.

-¿Vive con usted su hijo mayor?- preguntó Richard

-No, se fue a vivir a la ciudad- contestó Julio.

-¿En qué calle?- Preguntó Richard

-Él vive en la Av. Libertador - nos dijo.

- Bueno, Francis, guarda estas pistas para archivarlas- me dijo Rich.

Apenas llegamos tocamos el timbre, nos abrió el hijo y nos observó, pero cuando miró a Julio quiso cerrar la puerta, se la trabamos. Algo pasaba entre Julio y el hijo que resultaba sospechoso, seguro que Rich también pensaba eso, pero no dijimos nada. No tuvo otra opción que dejarnos pasar, apenas entramos Rich le preguntó: