CUENTOS HERMANOS GRIM cuentos_hermanos_grimm_edincr | Page 68

Cuentos de los Herm anos Grimm EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL costa rica El marido no hacía mucho caso; sin embargo, fue a la orilla del mar, y cuando llegó allí, la vio toda amarilla y toda verde, se acercó al agua y dijo: Tararira ondino, tararira ondino, hermoso pescado, pequeño vecino, mi pobre Isabel grita y se enfurece, es preciso darle lo que se merece. El barbo avanzó hacia él y le dijo: -¿Qué quieres? -¡Ah! -repuso el hombre-, hace poco que te he cogido; mi mujer sostiene que hubiera debido pedirte algo. No está contenta con vivir en una choza de juncos, quisiera mejor una casa de madera. -Puedes volver, -le dijo el barbo-, pues ya la tienes. Volvió el marido y su mujer no estaba ya en la choza, pero en su lugar había una casa pequeña, y su mujer estaba a la puerta sentada en un banco. Le cogió de la mano y le dijo: -Entra y mira: esto es mucho mejor. Entraron los dos y hallaron dentro de la casa una bonita sala y una alcoba donde estaba su lecho, un comedor y una cocina con su espetera de cobre y estaño muy reluciente, y todos los demás utensilios completos. Detrás había un patio pequeño con gallinas y patos, y un canastillo con legumbres y frutas. -¿Ves, -le dijo la mujer-, qué bonito es esto? -Sí, -le dijo el marido-; si vivimos aquí siempre, seremos muy felices. -Veremos lo que nos conviene, -replicó la mujer. Después comieron y se acostaron. Continuaron así durante ocho o quince días, pero al fin dijo la mujer: -¡Escucha, marido mío: esta casa es demasiado estrecha, el patio y el huerto son tan pequeños!... El barbo hubiera debido en realidad darnos una casa mucho más grande. Yo quisiera vivir en un palacio de piedra; ve a buscar al barbo; es preciso que nos dé un palacio. -¡Ah!, mujer, -replicó el marido-, esta casa es en realidad muy buena; ¿de qué nos serviría vivir en un palacio? -Ve, -dijo la mujer-, el barbo puede muy bien hacerlo. 68