Cuentos de los Herm anos Grimm
EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL
costa rica
Al día siguiente, cuando llegó la hora en que iba a principiar la fiesta y se marcharon sus padres y
hermanas, corrió la Cenicienta junto al arbolito y dijo:
Arbolito pequeño,
dame un vestido;
que sea, de oro y plata,
muy bien tejido.
Diole entonces el pájaro un vestido mucho más hermoso que el del día anterior y cuando se presentó
en la boda con aquel traje, dejó a todos admirados de su extraordinaria belleza; el príncipe que
le estaba aguardando, la cogió de la mano y bailó toda la noche con ella; cuando iba algún otro a
invitarla, decía:
-Es mi pareja.
Al amanecer manifestó deseos de marcharse, pero el hijo del rey la siguió para ver la casa en que
entraba, más de pronto se metió en el jardín de detrás de la casa. Había en él un hermoso árbol
muy grande, del cuál colgaban hermosas peras; la Cenicienta trepó hasta sus ramas y el príncipe
no pudo saber por dónde había ido, pero aguardó hasta que vino su padre y le dijo:
-La doncella extranjera se me ha escapado; me parece que ha saltado al peral. El padre creyó que
debía ser la Cenicienta; mandó traer una hacha y derribó el árbol, pero no había nadie en él, y
cuando llegaron a la casa, estaba la Cenicienta sentada en el hogar, como la noche anterior, pues
había saltado por el otro lado del árbol y fue corriendo al sepulcro de su madre, donde dejó al
pájaro sus hermosos vestidos y tomó su basquiña gris.
Al día siguiente, cuando se marcharon sus padres y hermanas, fue también la Cenicienta al sepulcro
de su madre y dijo al arbolito:
Arbolito pequeño,
dame un vestido;
que sea, de oro y plata,
muy bien tejido.
Diole entonces el pájaro un vestido que era mucho más hermoso y magnífico que ninguno de los
anteriores, y los zapatos eran todos de oro, y cuando se presentó en la boda con aquel vestido,
nadie tenía palabras para expresar su asombro; el príncipe bailó toda la noche con ella y cuando se
acercaba alguno a invitarla, le decía:
-Es mi pareja.
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