Cuentos de los Herm anos Grimm
EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL
costa rica
-¡Ah! -le contestó-, perdonad mi atrevimiento, pues lo he hecho por necesidad. Mi mujer ha visto
vuestro ruiponce desde la ventana, y se le ha antojado de tal manera que moriría si no lo comiese.
La hechicera le dijo entonces deponiendo su enojo:
-Si es así como dices, coge cuanto ruiponce quieras, pero con una condición: tienes que entregarme
el hijo que dé a luz tu mujer. Nada le faltará, y le cuidaré como si fuera su madre.
El marido se comprometió con pena, y en cuanto vio la luz su hija se la presentó a la hechicera, que
puso a la niña el nombre de Rapunzel (que significa ruiponce) y se la llevó.
Rapunzel era la criatura más hermosa que ha habido bajo el sol. Cuando cumplió doce años la
encerró la hechicera en una torre que había en un bosque, la cual no tenía escalera ni puerta, sino
únicamente una ventana muy pequeña y alta. Cuando la hechicera quería entrar se ponía debajo
de ella y decía:
Rapunzel, Rapunzel,
echa tus cabellos
subiré por ellos.
Pues Rapunzel tenía unos cabellos muy largos y hermosos y tan finos como el oro hilado. Apenas
oía la voz de la hechicera, desataba su trenza, la dejaba caer desde lo alto de su ventana, que se
hallaba a más de veinte varas del suelo y la hechicera subía entonces por ellos.
Mas sucedió, trascurridos un par de años, que pasó por aquel bosque el hijo del rey y se acercó
a la torre en la cual oyó un cántico tan dulce y suave que se detuvo escuchándole. Era Rapunzel
que pasaba el tiempo en su soledad entreteniéndose en repetir con su dulce voz las más agradables
canciones. El hijo del rey hubiera querido entrar, y buscó la puerta de la torre, pero no pudo
encontrarla. Marchose a su casa, pero el cántico había penetrado de tal manera en su corazón, que
iba todos los días al bosque a escucharle. Estando uno de ellos bajo un árbol, vio que llegaba una
hechicera, y la oyó decir:
Rapunzel, Rapunzel,
echa tus cabellos
subiré por ellos.
Rapunzel dejó entonces caer su cabellera y la hechicera subió por ella.
-Si es esa la escalera por la cual se sube, -dijo el príncipe-, quiero yo también probar fortuna.
Y al día siguiente, cuando empezaba a anochecer se acercó a la torre y dijo:
Rapunzel, Rapunzel,
echa tus cabellos
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