Cuentos de los Herm anos Grimm
EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL
costa rica
-No, no hemos visto a nadie.
Volvió muchas noches de la misma manera sin pronunciar una sola palabra; la nodriza la veía
siempre, pero no se atrevía a hablarle.
Al cabo de, algún tiempo la madre comenzó a hablar por la noche y dijo:
¿Qué hace mi hijito?
¿Qué hace mi corcito?
Volveré dos veces más,
y ya no vendré jamás.
La nodriza no le contestó, pero apenas había desaparecido, corrió a contárselo al rey, quien dijo:
-¡Dios mío! ¿Qué significa esto? Voy a pasar la noche próxima al lado del niño.
En efecto, fue por la noche al cuarto del niño, y hacia las doce, se apareció la madre, y dijo:
¿Qué hace mi hijito?
¿Qué hace mi corcito?
Aun volveré otra vez más,
y ya no vendré jamás.
Después acarició al niño como hacía siempre, y desapareció. El rey no se atrevió a dirigirle la
palabra; pero a la noche siguiente se quedó también en vela. La reina dijo:
¿Qué hace mi hijito?
¿Qué hace mi corcito?
El rey no pudo contenerse más, se lanzó hacia ella y le dijo:
-Tú debes de ser mi querida esposa.
-Sí, -le contestó- soy tu mujer querida.
Y en el mismo instante recobró la vida por la gracia de Dios, y se puso tan hermosa y fresca como
una rosa.
Refirió al rey el crimen que habían cometido con ella la malvada hechicera y su hija, y el rey las
mandó comparecer delante de su tribunal, donde fueron condenadas. La hija fue conducida a un
bosque, donde la despedazaron las bestias salvajes apenas la vieron y la hechicera fue condenada
a la hoguera, pereciendo miserablemente entre las llamas; apenas la hubo consumido el fuego,
volvió el corzo a su forma natural, y hermanito y hermanita vivieron felices hasta el fin de sus días.
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