CUENTOS HERMANOS GRIM cuentos_hermanos_grimm_edincr | Page 30

Cuentos de los Herm anos Grimm EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL costa rica -Por Dios, hermano, no bebas, pues te volverás tigre y me harías pedazos. El hermanito no bebió aunque tenía mucha sed, y dijo: -Esperaré hasta llegar a otra fuente. Cuando llegaron a la segunda fuente, la oyó decir la hermanita: -Quien de mi agua bebe, lobo se vuelve; quien de mi agua bebe, lobo se vuelve. La hermanita le dijo: -No bebas por Dios, hermanito, pues te volverías lobo y me comerías. El hermanito no bebió, y dijo: -Esperaré hasta que lleguemos a la primera fuente, pero entonces beberé aunque digas cuanto quieras, pues estoy seco de sed. Cuando llegaron a la tercera fuente, la hermanita la oyó murmurar estas palabras: -El que de mi agua bebe, corzo se vuelve. La hermanita le dijo: -¡No bebas por Dios, hermanito, porque te volverías corzo y huirías de mí! Pero el hermanito se había arrodillado cerca de la fuente y comenzó a beber; apenas tocaron sus labios el agua se convirtió en corzo. La hermanita echó a llorar sobre su pobre hermano encantado, y el pobre corzo lloraba también sin menearse de su lado. La niña le dijo por último: -No tengas cuidado, mi querido corzo, que no me separaré de ti. Entonces se quitó su liga dorada, e hizo un collar con ella al corzo, después arrancó algunos juncos y tejió con ellos una soguilla, con la que ató al animal y se lo llevó metiéndose con él en un bosque. Después de haber andado mucho tiempo, llegaron por último a una casita, donde entró la niña, y habiendo visto que no estaba habitada, dijo: -Aquí podemos detenernos y quedarnos a vivir. Entonces buscó musgo para que pudiera descansar el corzo, y todas las mañanas salía, cogía raíces, frutas salvajes y nueces, y cogía también yerbas frescas que comía el corzo en su mano y estaba muy contento y saltaba de alegría delante de ella. Por la noche, cuando la niña estaba ya cansada, y había rezado sus oraciones, reclinaba su cabeza en la espalda del corzo, que le servía de alfombra y se dormía dulcemente, y se hubiese creído feliz con este género de vida, con sólo que su hermano hubiera tenido todavía su forma humana. 30