Cuentos de los Herm anos Grimm
EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL
costa rica
-¿Adónde vas, Gallito?
-A enterrar a Gallinita.
-¿Me dejas que te acompañe en el coche?
-Sí, pero detrás tendrás que sentarte o mis caballitos no podrán llevarte.
Sentóse la zorra detrás y sucesivamente subieron el lobo, el oso, el ciervo, el león y todos los
animales del bosque. Y así continuó la comitiva hasta llegar a un arroyo.
-¿Cómo lo cruzaremos? -preguntó Gallito.
He aquí que había allí una paja, la cual dijo:
-Me echaré de través y podréis pasar por encima de mí.
Pero no bien los seis ratones hubieron llegado al centro del puente, hundióse la paja, cayéndose al
río, y con ella, los seis ratones, que se ahogaron. Ante el apuro, acercóse una brasa de carbón y dijo:
-Yo soy lo bastante larga para llegar de una orilla a la otra, pasaréis sobre mí.
Y se atravesó encima del agua; pero, habiendo tenido la desgracia de tocarla un poco, dejó oír un
siseo y quedó muerta.
Al verlo una piedra, sintió compasión y deseosa de ayudar a Gallito, púsose a su vez sobre el agua.
Uncióse el propio Gallito al coche y cuando ya casi tenía a Gallinita en suelo firme, al disponerse
a arrastrar a los que iban detrás, como era excesivo el peso de todos, desplomóse el coche y todos
cayeron al agua y se ahogaron. Gallito se quedó solo con Gallinita; cavóle una sepultura, la enterró
en ella y erigióle un túmulo encima. Posándose luego en su cumbre, estuvo llorándola hasta que se
murió. Y helos aquí muertos a todos.
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