CUENTOS HERMANOS GRIM cuentos_hermanos_grimm_edincr | Page 257

Cuentos de los Herm anos Grimm EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL costa rica un dedo y pusiera la mano en un espino. Luego arrojó el huso al pozo y a continuación saltó ella. Llegó, como su hermanastra, al delicioso prado, y echó a andar por el mismo sendero. Al pasar junto al horno, volvió el pan a exclamar: -¡Sácame de aquí! ¡Sácame de aquí, que me quemo! Ya estoy bastante cocido. Pero le replicó la holgazana: -¿Crees que tengo ganas de ensuciarme? -y pasó de largo. No tardó en encontrar el manzano, el cual le gritó: -¡Sacúdeme, sacúdeme! Todas las manzanas estamos ya maduras. Replicóle ella: -¡Me guardaré muy bien! ¿Y si me cayese una en la cabeza? -y siguió adelante. Al llegar frente a la casa de Madre Nieve, no se asustó de sus dientes porque ya tenía noticia de ellos, y se quedó a su servicio. El primer día se dominó y trabajó con aplicación, obedeciendo puntualmente a su ama, pues pensaba en el oro que iba a regalarle. Pero al segundo día empezó ya a haraganear; el tercero se hizo la remolona al levantarse por la mañana, y así, cada día peor. Tampoco hacía la cama según las indicaciones de Madre Nieve, ni la sacudía de manera que volasen las plumas. Al fin, la señora se cansó y la despidió, con gran satisfacción de la holgazana, pues creía llegada la hora de la lluvia de oro. Madre Nieve la condujo también al portal; pero en vez de oro vertieron sobre ella un gran caldero de brea. -Esto es el pago de tus servicios -le dijo su ama, cerrando el portal. Y así se presentó la perezosa en su casa, con todo el cuerpo cubierto de brea, y el gallo del pozo, al verla, se puso a gritar: “¡Quiquiriquí, nuestra sucia doncella vuelve a estar aquí!” La brea le quedó adherida, y en todo el resto de su vida no se la pudo quitar del cuerpo. 257