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Cuentos de los Herm anos Grimm EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL costa rica -No estuvo mal -respondió el gato. -¿Y qué nombre le habéis puesto al pequeñuelo? -inquirió el ratón. -Empezado -repuso el gato secamente. -¿Empezado? -exclamó su compañero-. ¡Vaya nombre raro y estrambótico! ¿Es corriente en vuestra familia? -¿Qué le encuentras de particular? -replicó el gato-. No es peor que Robamigas, como se llaman tus padres. Poco después le vino al gato otro antojo y dijo al ratón: -Tendrás que volver a hacerme el favor de cuidar de la casa, pues otra vez me piden que sea padrino y como el pequeño ha nacido con una faja blanca en torno al cuello, no puedo negarme. El bonachón del ratoncito, se mostró conforme, y el gato, rodeando sigilosamente la muralla de la ciudad hasta llegar a la iglesia, se comió la mitad del contenido del puchero. “Nada sabe tan bien,” -díjose para sus adentros- “como lo que uno mismo se come.” Y quedó la mar de satisfecho con la faena del día. Al llegar a casa preguntóle el ratón: -¿Cómo le habéis puesto esta vez al pequeño? -Mitad -contestó el gato. -¿Mitad? ¡Qué ocurrencia! En mi vida había oído semejante nombre; apuesto a que no está en el calendario. No transcurrió mucho tiempo antes de que al gato se le hiciese de nuevo la boca agua pensando en la manteca. -Las cosas buenas van siempre de tres en tres -dijo al ratón-. Otra vez he de actuar de padrino; en esta ocasión, el pequeño es negro del todo, sólo tiene las patitas blancas; aparte de ellas, ni un pelo blanco en todo el cuerpo. Esto ocurre con muy poca frecuencia. No te importa que vaya, ¿verdad? -¡Empezado, Mitad! -contestó el ratón-. Estos nombres me dan mucho que pensar. -Como estás todo el día en casa, con tu levitón gris y tu larga trenza, -dijo el gato- claro, coges manías. Estas cavilaciones te vienen del no salir nunca. Durante la ausencia de su compañero, el ratón se dedicó a ordenar la casita y dejarla como la plata, mientras el glotón se zampaba el resto de la grasa del puchero: “Es bien verdad que uno no está tranquilo hasta que lo ha limpiado todo,” -díjose, y ahíto como un tonel, no volvió a casa hasta bien entrada la noche. Al ratón le faltó tiempo para preguntarle qué nombre habían dado al tercer gatito. -Seguramente no te gustará tampoco -dijo el gato-. Se llama Terminado. 244