Cuentos de los Herm anos Grimm
EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL
costa rica
Los Siete Cuervos
Había una vez, hace ya mucho tiempo, un matrimonio que tenía siete hijos y ninguna hija. Esto
era siempre motivo de pena para aquellas buenas gentes, porque les hubiera encantado tener una
niña. Y con tanto fervor anhelaban su llegada, que por fin un día tuvieron la inmensa alegría de
acunar una hijita entre sus brazos. La felicidad del buen matrimonio fue entonces completa, porque
además los siete hermanitos adoraban a la pequeña.
Pero, desdichadamente, la niña no parecía tener muy buena salud. Y a medida que pasaba el tiempo,
desmejoraba cada vez más. Hasta que un día se puso tan mal, que los padres no dudaron de que su
hijita se moría. Pensaron entonces que había que bautizarla, y para ello era preciso traer agua del
pozo.
-Tomad vuestros baldes -dijo el padre a los siete niños-, id al pozo y volved cuanto antes.
Los muchachos obedecieron. Tomaron sus baldes y partieron corriendo. Estaban ansiosos por
ayudar a su padre, y en su ansiedad, cada uno quería ser el primero en hundir su balde en el pozo.
Se lanzaron atropelladamente sobre el mismo, con tanto aturdimiento y tan mala fortuna, que los
baldes escaparon de sus manos y cayeron al fondo del pozo. Los muchachos quedaron desolados.
Se miraban uno a otro, sin saber qué hacer ni qué decir.
-¡Dios mío! -exclamó uno de ellos, por fin-. ¿Qué le diremos ahora a papá? No podemos volver a
casa sin el agua.
En su desesperación, trataron de sacar los baldes del pozo; pero todo fue en vano. No pudieron
lograrlo, y atemorizados al pensar en el enojo con que los recibiría su padre, se quedaron meditando,
sentados junto al pozo.
-Si volvemos sin el agua -dijo uno de ellos-, nuestro padre se sentirá tan enojado que nos castigará
duramente.
-Es muy cierto -añadió otro-. Y no le faltará razón.
-No debimos ser tan atolondrados... -suspiró un tercero.
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