CUENTOS HERMANOS GRIM cuentos_hermanos_grimm_edincr | Page 205

Cuentos de los Herm anos Grimm EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL costa rica cortando saltaron las seis afuera, una tras otra, todas vivitas y sin daño alguno, pues la bestia, en su glotonería, las había engullido enteras. ¡Allí era de ver su regocijo! ¡Con cuánto cariño abrazaron a su mamita, brincando como sastre en bodas! Pero la cabra dijo: -Traedme ahora piedras; llenaremos con ellas la panza de esta condenada bestia, aprovechando que duerme. Las siete cabritas corrieron en busca de piedras y las fueron metiendo en la barriga, hasta que ya no cupieron más. La madre cosió la piel con tanta presteza y suavidad, que la fiera no se dio cuenta de nada ni hizo el menor movimiento. Terminada ya su siesta, el lobo se levantó y como los guijarros que le llenaban el estómago le diesen mucha sed, encaminóse a un pozo para beber. Mientras andaba, moviéndose de un lado a otro, los guijarros de su panza chocaban entre sí con gran ruido, por lo que exclamó: ¿Qué será este ruido que suena en mi barriga? Creí que eran seis cabritas, mas ahora me parecen chinitas. Al llegar al pozo e inclinarse sobre el brocal, el peso de las piedras lo arrastró y lo hizo caer al fondo, donde se ahogó miserablemente. Viéndolo las cabritas, acudieron corriendo y gritando jubilosas: -¡Muerto está el lobo! ¡Muerto está el lobo! Y, con su madre, pusiéronse a bailar en corro en torno al pozo. 205