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Cuentos de los Herm anos Grimm EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL costa rica Rumpelstilskin   Había una vez un pobre molinero que tenía una bellísima hija. Y sucedió que en cierta ocasión se encontró con el rey, y como le gustaba darse importancia sin medir las consecuencias de sus mentiras, le dijo: -Mi hija es tan hábil y sabe hilar tan bien, que convierte la hierba seca en oro. -Eso es admirable, es un arte que me agrada -dijo el rey-. Si realmente tu hija puede hacer lo que dices, llévala mañana a palacio y la pondremos a prueba. Y en cuanto llegó la muchacha ante la presencia del rey, éste la condujo a una habitación que estaba llena de hierba seca, le entregó una rueca y un carrete y le dijo: -Ahora ponte a trabajar y si mañana temprano toda esta hierba seca no ha sido convertida en oro, morirás. Y dichas estas palabras, cerró él mismo la puerta y la dejó sola. Allí quedó sentada la pobre hija del molinero y aunque se le iba en ello la vida, no se le ocurría cómo hilar la hierba seca para convertirla en oro. Cuanto más tiempo pasaba, más miedo tenía y por fin no pudo más y se echó a llorar. De repente, se abrió la puerta y entró un hombrecito. -¡Buenas tardes, señorita molinera! -le dijo-. ¿Por qué está llorando? -¡Ay de mí! -respondió la muchacha-. Tengo que hilar toda esta hierba seca de modo que se convierta en oro y no sé cómo hacerlo. -¿Qué me darás -dijo el hombrecito- si lo hago por ti? -Mi collar -dijo la muchacha. 199