CUENTOS HERMANOS GRIM cuentos_hermanos_grimm_edincr | Page 180

Cuentos de los Herm anos Grimm EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL costa rica La señora cogió a su hijo en los brazos y se lo llevó a su morada. Por la mañana cuando se hizo público que el niño había desaparecido también, se dijo en alta voz que la reina se lo había comido y los consejeros del rey pidieron que se le procesase; pero el rey la amaba con tanta ternura que les negó el permiso y mandó no volviesen a hablar más de este asunto bajo pena de la vida. Al tercer año la reina dio a luz una hermosa niña y la señora se presentó también a ella durante la noche y le dijo: -Sígueme. La cogió de la mano, la condujo a su palacio y le enseñó a sus dos primeros hijos, que la conocieron y jugaron con ella y como la madre se alegraba mucho de verlos, le dijo la señora: -Si quieres confesar ahora que has abierto la puerta prohibida, te devolveré a tus dos hermosos hijos. La reina contestó por tercera vez: -No, no he abierto la puerta prohibida. La señora la devolvió a su cama y tomó a su tercera hija. A la mañana siguiente, viendo que no la encontraban, decían todos los de palacio a una voz: -La reina es ogra, hay que condenarla a muerte. El rey tuvo en esta ocasión que seguir el parecer de sus consejeros; la reina compareció delante de un tribunal y como no podía hablar ni defenderse, fue condenada a morir en una hoguera. Estaba ya dispuesta la pira, atada ella al palo y la llama comenzaba a rodearla, cuando el arrepentimiento tocó a su corazón. -Si pudiera, -pensó para sí-, confesar antes de morir que he abierto la puerta... Y exclamó: -Sí, señora, soy culpable. Apenas se le había ocurrido este pensamiento, cuando comenzó a llover y se le apareció la señora, llevando a los dos niños y en sus brazos a la niña que acababa de dar a luz y dijo a la reina con un acento lleno de bondad: -Todo el que se arrepiente y confiesa su pecado es perdonado. Le entregó sus hijos, le desató la lengua y le hizo feliz por el resto de su vida. 180