Cuentos de los Herm anos Grimm
EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL
costa rica
La señora cogió a su hijo en los brazos y se lo llevó a su morada. Por la mañana cuando se hizo
público que el niño había desaparecido también, se dijo en alta voz que la reina se lo había comido
y los consejeros del rey pidieron que se le procesase; pero el rey la amaba con tanta ternura que les
negó el permiso y mandó no volviesen a hablar más de este asunto bajo pena de la vida.
Al tercer año la reina dio a luz una hermosa niña y la señora se presentó también a ella durante la
noche y le dijo:
-Sígueme.
La cogió de la mano, la condujo a su palacio y le enseñó a sus dos primeros hijos, que la conocieron
y jugaron con ella y como la madre se alegraba mucho de verlos, le dijo la señora:
-Si quieres confesar ahora que has abierto la puerta prohibida, te devolveré a tus dos hermosos
hijos.
La reina contestó por tercera vez:
-No, no he abierto la puerta prohibida.
La señora la devolvió a su cama y tomó a su tercera hija. A la mañana siguiente, viendo que no la
encontraban, decían todos los de palacio a una voz:
-La reina es ogra, hay que condenarla a muerte.
El rey tuvo en esta ocasión que seguir el parecer de sus consejeros; la reina compareció delante de
un tribunal y como no podía hablar ni defenderse, fue condenada a morir en una hoguera. Estaba
ya dispuesta la pira, atada ella al palo y la llama comenzaba a rodearla, cuando el arrepentimiento
tocó a su corazón.
-Si pudiera, -pensó para sí-, confesar antes de morir que he abierto la puerta...
Y exclamó:
-Sí, señora, soy culpable.
Apenas se le había ocurrido este pensamiento, cuando comenzó a llover y se le apareció la señora,
llevando a los dos niños y en sus brazos a la niña que acababa de dar a luz y dijo a la reina con un
acento lleno de bondad:
-Todo el que se arrepiente y confiesa su pecado es perdonado.
Le entregó sus hijos, le desató la lengua y le hizo feliz por el resto de su vida.
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