CUENTOS HERMANOS GRIM cuentos_hermanos_grimm_edincr | Page 133

Cuentos de los Herm anos Grimm EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL costa rica El joven al oírle, se levantó y le contestó: -Aún no hay por qué tenerme lástima. El rey, admirado, le preguntó cómo le había ido. -Muy bien, -le respondió-, ya ha pasado una noche, las otras dos vendrán y pasarán también. Cuando volvió a la casa le miró asombrado el posadero: -Temía, -dijo-, no volverte a ver vivo; ¿sabes ya lo que es miedo? -No, -contestó-, todo es inútil, si no hay alguien que quiera enseñármelo. A la segunda noche fue de nuevo al castillo, se sentó a la lumbre y comenzó su vieja canción: -¿Quién me enseña lo que es miedo? A la media noche comenzaron a oírse ruidos y golpes, primero débiles, después más fuertes y por último cayó por la chimenea con mucho ruido la mitad de un hombre, quedándose delante de él. -Hola, -exclamó-, todavía falta el otro medio, esto es muy poco. Entonces comenzó el ruido de nuevo: parecía que tronaba y se venía el castillo abajo y cayó la otra mitad. -Espera, -le dijo-, encenderé un poco el fuego. Apenas hubo concluido y miró a su alrededor, vio que se habían unido las dos partes y que un hombre muy horrible se había sentado en su puesto. -Nosotros no hemos apostado, -dijo el joven-, el banco es mío. El hombre no le quiso dejar sentar, pero el joven le levantó con todas sus fuerzas y se puso de nuevo en su lugar. Entonces cayeron otros hombres uno después de otro, que cogieron nueve huesos y dos calaveras y se pusieron a jugar a los bolos. El joven, alegrándose, les dijo: -¿Puedo ser de la partida? -Sí, si tienes dinero. -Y bastante, -les contestó-, pero vuestras bolas no son bien redondas. Entonces cogió una calavera, la puso en el torno y la redondeó. -Así están mejor, -les dijo-; ahora vamos. Jugó con ellos y perdió algún dinero; mas en cuanto dieron las doce todo desapareció de sus ojos. Se echó y durmió con la mayor tranquilidad. A la mañana siguiente fue el rey a informarse. -¿Cómo lo has pasado?, -le preguntó. 133