Cuentos de los Herm anos Grimm
EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL
costa rica
El rey reconoció entonces que este era el niño que había nacido de pie y que arrojó él al río.
-Buenas gentes -les dijo-; ¿no podría este joven llevar una carta de parte mía a la reina? Le daré
dos monedas de oro por su trabajo.
-Lo que mande Vuestra Majestad -le contestaron-, y dijeron al joven que se preparase para ponerse
en camino.
El rey envió a la reina una carta en que la mandaba prender al portador, darle muerte y enterrarle,
de manera que a su regreso lo encontrase hecho todo.
El muchacho se puso en camino con la carta, pero se extravió y llegó por la noche a un bosque muy
espeso. A lo lejos distinguió una débil luz en medio de las tinieblas y dirigiéndose hacia aquel lado
llegó a una casita pequeña, donde se encontró una vieja sentada junto al hogar. Sorprendida al ver
al joven, le dijo aquella mujer:
-¿De dónde vienes y qué quieres?
-Vengo del molino -respondió-, llevo una carta a la reina, me he perdido en el camino y quisiera
pasar la noche aquí.
-Desgraciado joven -le replicó la mujer-, has caído en una caverna de ladrones y si te encuentran
aquí, morirás sin remedio.
-A Dios gracias -dijo el joven-, no tengo miedo y además estoy tan cansado que me es imposible
ir más lejos. Se echó en un banco y se durmió; poco después llegaron los ladrones y preguntaron
incomodados por qué se hallaba allí aquel forastero.
-¡Ah! -dijo la vieja-, es un pobre niño que se ha perdido en el bosque y le he recibido por compasión;
lleva una carta a la reina.
Los ladrones pidieron la carta para leerla y vieron que contenía la orden de dar muerte al portador.
A pesar de la dureza de su corazón se compadecieron del pobre diablo; el capitán rompió la carta
y puso otra en su lugar, en que decía que tan pronto como llegase se casara el joven con la hija
del rey. Después los ladrones le dejaron dormir en el banco hasta la mañana siguiente y en cuanto
despertó, le entregaron la carta y le enseñaron el camino.
Apenas recibió la carta, ejecutó la reina lo que decía en su contenido, se celebraron las bodas con
magnificencia, la hija del rey se casó con el niño nacido de pie y como era guapo y amable vivía
a gusto con él.
Algún tiempo después volvió el rey a su palacio y vio que se había cumplido la predicción y que
el niño nacido de pie se había casado con su hija.
-¿Cómo habéis hecho eso? -dijo-; yo había dado en la carta una orden muy diferente.
La reina le enseñó la carta y le dijo que podía ver lo que contenía.
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