Cuentos de los Herm anos Grimm
EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL
costa rica
Juan el Fiel
Había una vez un rey muy viejo que cayó enfermo. Conociendo que iba a morir, hizo llamar al fiel
Juan, que era al que más quería de sus criados, y le llamaban así porque había sido fiel a su amo
toda su vida. En cuanto llegó le dijo el rey:
-Mi fiel Juan, conozco que se acerca mi fin: sólo me tiene con cuidado la suerte de mi hijo; es
todavía muy joven, y no sabrá siempre dirigirse bien; no moriré tranquilo si no me prometes velar
por él, enseñarle todo lo que debe saber, y ser para él un segundo padre.
-Os prometo -respondió Juan- no abandonarle, y servirle lealmente, aunque me cueste la vida.
-Entonces, ya puedo morir en paz -dijo el viejo rey-. Después de mi muerte le enseñarás todo el
palacio, todas las cercanías, las salas, los subterráneos con las riquezas en ellos encerradas; pero
no le dejes entrar en la última cámara de la galería grande, donde está el retrato de la princesa de la
Cúpula de Oro, pues si ve este cuadro, experimentará hacia ella un amor tan increíble que le hará
exponerse a los mayores peligros. Procura librarle de esto.
El fiel Juan repitió sus promesas, y tranquilo el viejo rey, inclinó su cabeza en la almohada y expiró.
En cuanto dejaron en la tumba al anciano rey, Juan refirió a su joven sucesor lo que había prometido
a su padre en el lecho de muerte.
-Estoy dispuesto a cumplirlo -añadió-, y os seré fiel como lo he sido a vuestro padre, aunque me
cueste la vida.
En cuanto pasó el tiempo del luto, dijo Juan al rey:
-Ya podéis conocer vuestra herencia. Voy a enseñaros el palacio de vuestro padre.
Le llevó por todo él, por lo alto y por lo bajo, y le enseñó todas las riquezas que llenaban las
magníficas habitaciones, omitiendo sólo el cuarto en que estaba el peligroso retrato. Había sido
colocado de tal manera que, en cuanto se abría la puerta, se le veía en seguida, y estaba tan bien
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