LA GRAN FINAL
Eva María Rodríguez
Adam y Jon eran compañeros de colegio desde el primer curso. Siempre habían
sido buenos amigos, jugaban juntos al fútbol y se lo pasaban muy bien. Adam era
un excelente deportista; sin embargo, Jon era bastante torpe en los deportes,
aunque le daba lo mismo, y pese a eso siempre aceptaba jugar con Adam, aunque
perdiera siempre.
A Adam esto de ganar siempre le empezó a gustar. Así que entrenaba muy duro
para que nadie le venciera. Pero empezó a tomarse los partidos muy en serio y
cambio mucho; tanto que, cuando jugaban en equipo, jugaba sucio haciendo
muchas faltas y trampas para ganar siempre. A Adam ya no le gustaba jugar con
Jon.
- ¿Puedo jugar en tu equipo Adam?
- No Jon, eres demasiado malo. Mejor sigue jugando en tu equipo, así es más fácil
ganar el partido.
A Jon le dolían las palabras de su antiguo amigo pero pese a eso él seguía
jugando y esforzándose por superar sus limitaciones.
Un día llegó al colegio la noticia de que iban a competir en el campeonato nacional
de jóvenes futbolistas. Pero solo podía ir un equipo representando a cada colegio.
Al final, como en los dos equipos había buenos jugadores decidieron unirse para
el campeonato. Adam fue elegido capitán y enseñó a sus compañeros todas sus
estrategias y sus trampas para ganar. Y así, jugando sucio, es como ganaron
todos los partidos hasta que llegó el día de la gran final.
Como era de esperar, Jon se pasó todos los partidos en el banquillo. Pero lo que
no esperaba nadie es que el equipo contra el que iban a jugar la final hiciera más
trampas y jugara más sucio que el equipo de Adam. Nada más empezar, se
lanzaron sobre el tobillo del capitán para lesionarlo y que no pudiera jugar más.
- ¡Qué vamos a hacer! –se lamentaban todos.
- Sin Adam no somos nada, perderemos seguro –decía uno.
- Mejor será que nos rindamos ahora, antes de que nos lesionemos todos –decía
otro.
- ¡Ni hablar! –Jon se levantó con la intención de no permitir que se retiraran.
- ¿Qué dices? –le dijo Adam con desprecio-. ¿No has visto lo que me han hecho?
¡Son unos tramposos!
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