Fueron de camino a casa de su hermano, tardaron 30 min andando. Llegaron al barrio y era un barrio de gente de dinero, había una calle con chalets en cada lado y más debajo de la calle estaba la casa de su hermano. Llegaron a la casa era un chalet de 3 pisos y un jardín enorme con sus mesas, barbacoa etc. Cruzaron el jardín hasta llegar a la puerta y llamaron al timbre. Esperaron unos segundos y su hermano les abrió la puerta. María llorando se abalanzo a su hermano dándole un abrazo diciéndole - ya no aguanta más-. El confuso le dijo- tranquilízate María, pasa dentro y hablaremos tranquilamente-.
Al ver al niño con heridas, golpes en la cara, moratones en el cuerpo etc. Preguntó- ¿Qué le ha pasado a Marcos, por qué tiene ese aspecto?-. Hay que llevarlo al hospital. Allí los médicos costaban dinero, pero él se lo podía permitir, era un hombre de dinero con un buen trabajo, buena casa, buen coche etc. y no iba negarse, era el hijo de su hermana y le apreciaba mucho.
Se lo llevaron al hospital y la doctora les comunicó que las heridas, los golpes no son tan graves, el problema es que tiene un trauma psicológico, les dijo que se comportaba muy raro, estaba decaído, con miedo y no quería que nadie le tocara, salvo su madre. Estaba como alerta por si alguien le hacía daño. La doctora llamó a la madre y su hermano, pasaron a una sala y empezaron a charlar .La doctora le preguntó que si Marcos había tenido algún problema de agresión familiar escolar o algo parecido. Se quedó pensativa unos segundos y murmurando soltó que su padre le pegaba, alto y claro.
He de ahí -dijo la doctora- el problema de que Marco tenga ese comportamiento. Le recomendaré un psicólogo para que vaya a verlo, él le dirá lo que hay quehacer. Rompió una hoja que estaba en su mesa y escribió un número y se lo dio a María. Su hermano se hizo cargo y en unos días empezó a ir con una psicóloga.
Marcos llegaba se sentaba y no decía nada, todavía sentía miedo. La única que hablaba era la psicóloga que le decía no tengas miedo, el ya no está aquí no te puede hacer más daño. Viendo que no avanzaban la psicóloga empezó a jugar con el para que vaya cogiendo confianza y fuera soltando todo lo que tenía guardado dentro. Al cabo de dos sesiones más Marcos por fin decidió a hablar y le contaba que su padre le pegaba puñetazos, le pegaba con cables, con la correa, le escupía, le insultaba etc. Después de eso Marcos se echó a llorar y la psicóloga le dio un abrazo tranquilizándolo diciéndole-Tranquilo cariño, el ya no está aquí -.
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