La gente la humillaba. Aunque ella no entendía el por qué, respetaba a todo el mundo, no molestaba a nadie, y lo mejor de todo, se sentía a gusto con ella misma.
No tenía amigos, nadie la quería, pero tenía un perro que nunca la abandonaba. No tenía madre, sólo tenía a su padre. Se pasaba todo el día trabajando y apenas le veía. Se ganaba la vida vendiendo pequeñas cosas hechas a mano, como cojines, pulseras y cosas así… Con el sueldo de su padre apenas llegaban a fin de mes, y ella le veía llorar y eso le dolía mucho.
Viivían en una pequeña casa echa de una cutre madera, sin agua ni luz. Koda, su fiel perro, dormía encima suya porque no tenía con que arroparse los fríos días de invierno. Se duchaban en los aseos comunes, ya que en su casa no podía hacerlo.
En el colegio le gastaban bromas. Un día le echaron harina y huevo por todo el cuerpo, le quitaron la camiseta y todo el mundo echó a reír, ella se sintió humillada y no lo llegó a entender nunca, era la hazme reír del colegio.
Sus maestros no hacían caso, no lo veían importante, ni le daban significado. Se sentía desplazada y no quiso saber más de nadie, cogió su mochila y salió del colegio, dejó de sentir afecto por la gente, no tuvo sentimientos, se hizo de ``roca´´, se preguntaba por qué la gente ni era buena ni quería comprender.
Mil veces pensó en huir, pero sabía que de nada servía hacerlo, no podía abandonar a su papá, no le parecía justo, porque era la única persona que no le hizo daño. Sabía lo mal que lo pasaba todas las noches tras el fallecimiento de su mujer, le costó mucho salir adelante aquellos años. Ella le llevaba todos los días unas flores a su madre.
Un día por fin decidió marcharse. Su padre le dio dinero y le deseó suerte, la dijo que por favor volviera, que era una gran parte de él. Emprendió el camino pensando un sitio a donde ir. Pensó que quizás sería buena idea vivir de okupa, pero no lo tenía tan claro. Dos días después se alojó en una casa vacía en la que no habitaba nadie, con muy buenas vistas, desde allí arriba se contemplaba toda la ciudad.
De noche salía a pasear con Koda, necesitaba olvidar un poco lo que ella era y lo que la hicieron, no podía sacarlo de su cabeza. Se sentaba bajo un árbol y se quedaba absorta mientras miraba las estrellas, recordando a su mamá y aquellas sabías palabras que le solía susurrar:``Si no te quieres tú, nadie lo hará por ti, que la vida es tan bonita como tú quieras verla´´.