Al día siguiente, cuando Gepetto se dirigió a su taller,
se llevó un buen susto al oír que alguien le saludaba:
¡Hola, papá! –dijo Pinocho.
¿Quién habla? –preguntó Gepetto mirando a todas
partes.
Soy yo, Pinocho. ¿Es que ya no me conoces?
¡Parece que estoy soñando! ¡Por fin tengo un
hijo!