PUNTOS DE VISTA
al proceso de inclusión y reconocimiento social
de los migrantes.
Al revisar las estadísticas publicadas por el
Departamento de Extranjería y Migración
(DEM), se encuentra que el 80% de las perso-
nas que solicitaron visa por primera vez en Chile
durante 2015 y 2016 fueron peruanos, con un
21,2 %, seguidos de colombianos, con un 17,7
%, y haitianos, con un 16 %. Después, apare-
cen venezolanos, con un 14,7 %, y bolivianos,
con un 13,3 %. A partir del 2010 y hasta el 2016
adquieren relevancia los provenientes de países
como Venezuela y Haití dejando atrás a Perú y
Bolivia. De estos, el 30,6 % de los solicitantes de
visa por primera vez son mujeres, porcentaje que
aumenta al revisar la solicitud de visa definitiva,
en el que alcanzan el 53,3 %. Se evidencia tam-
bién que el porcentaje por sexo depende del país
de origen. Por ejemplo, la migración haitiana es
principalmente masculina con un 68,3 % de la
población y un restante 31,7 % femenina.
Aunque el Estado chileno ha formulado nor-
mativas y adoptado medidas con el objetivo de
proteger los derechos fundamentales de los mi-
grantes, es claro que una gran parte de estos vive
en situación de pobreza y algunos, en extrema
pobreza. La reciente migración haitiana ha pues-
to en evidencia que los migrantes internaciona-
les tienden a tener condiciones de vida inadecua-
das, en algunos casos precarias. Las incipientes
dificultades para ser reconocido como un ciu-
dadano se ven representadas en la imposibilidad
de acceder a un trabajo formal, una vivienda
digna, atención en salud, escolarización. Todo
lo anterior magnifica la problemática y ubica al
migrante en un contexto social que lo agrede
constantemente.
La evaluación de las condiciones sociodemo-
gráficas de los inmigrantes en Chile realizada por
Cabieses et al arroja que en promedio es menor
la población vulnerable inmigrante comparada
con la población general, sin embargo, las co-
munas de Arica, Iquique, Antofagasta, Calama,
Santiago Centro, Recoleta, Independencia,
Maipú y Las Condes que concentran una mayor
cantidad de inmigrantes y que, además, tienen
una mayor proporción de población inmigrante
vulnerable. Esto se podría explicar, como lo re-
fiere también esta revisión estadística, con base
en la teoría de la causalidad acumulativa que se
refiere a que el migrante crea redes sociales antes
de emprender su camino con personas que ya se
encuentran en el país escogido, razón por la cual
tienden a ubicarse en el mismo territorio lo que
facilita en gran medida su incorporación a las di-
námicas sociales, pero también genera situacio-
nes que los hacen vulnerables. Lo anterior se ha
evidenciado recientemente con las muestras de
hacinamiento, arriendo de viviendas con cons-
trucciones improvisadas que terminan por crear
un entorno desfavorable en términos de salud y
convivencia. Cabe destacar que dentro de esta
población en riesgo las mujeres y los niños son
los que suelen necesitar mayor atención por par-
te del equipo de salud.
EL PROCESO MIGRATORIO
FEMENINO
Basados en lo anterior, aunque los migrantes
internacionales comparten muchas variables, no
todos se ven enfrentados a las mismas barreras.
La evidente feminización de los flujos migrato-
rios ha hecho evidente que el género determina
la oportunidad para acceder a los servicios de
seguridad social y, además, al intersectarlo con
la procedencia, la etnia y la clase social, define
las posibilidades reales de mejorar su calidad de
vida. Así, las mujeres se encuentran también en el
país de recepción en condiciones de desigualdad.
En una sociedad como la latinoamericana, que
promueve una estructura familiar heteronorma-
tiva en la que el hombre es considerado el jefe de
hogar, y que por tanto provee económicamen-
te, y la mujer la encargada de cuidar la casa y
los hijos, se ha perpetuado la sexualización de
las labores. Es claro, además que este concepto
de familia tradicional no es la regla. No es infre-
cuente encontrar familias sin padre presente o
con abuelos que asumen la crianza de los meno-
res. Es el apego a los roles que se han establecido
como masculinos y femeninos, la razón por la
cual la mujer latinoamericana ha tenido que ga-
nar poco a poco espacios que hasta hace algunas
décadas pertenecían únicamente a los hombres,
entre ellos, su entrada al mercado económico
y el aumento de su participación social. El pri-
mero, principalmente a través de la salarización
de las labores domésticas y otros oficios como
tejer, coser, cocinar que le permitieron conver-
tirse también en proveedora lo que no significó
recibir apoyo en lo respectivo a su propio hogar,
por lo que su jornada de trabajo es más extensa y
sólo recibe remuneración y reconocimiento por
aquellas que se dan fuera de casa.
Entonces, queda claro que la mujer cumple un
rol esencial en todo lo relacionado con la crianza
y los cuidados de los integrantes de la familia.
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Cuad Méd Soc (Chile) 2018, 58 (2): 87-91