CUADERNOS DE BDSM - nº 22
SOBRE LA SEXUALIDAD BDSM Y LA
SUBCULTURA QUE PRODUCE.
Por guau-guau
Todas las sociedades y las culturas se desarrollan en entornos determinados, y en
contextos históricos determinados. Por ejemplo, la Revolución Francesa no se habría
dado sin un ascenso previo de la burguesía, que tiene su origen en el crecimiento de las
ciudades. Estos burgueses se convierten en una clase social cada vez más importante y
optan por desbancar del poder a los nobles (en Francia, en otros estados los desarrollos
serían distintos, también debido a las circunstancias concretas de cada lugar). Lo mismo
le pasa a la socialización de la sexualidad. La sexualidad es algo natural, inherente, es
decir, todos (o casi todos, no vamos a hablar aquí de la asexualidad ni de las personas
asexuales) tenemos pulsiones sexuales que dirigimos hacia determinadas personas
(animales o cosas) y hacia determinadas situaciones. Así, las personas de todas las
épocas y de todos los lugares del mundo sienten, indistintamente de cuál sea su cultura
y su sociedad, deseos de mantener relaciones sexuales (en el sentido más amplio que
podamos imaginar, no sólo coital).
Así, podemos determinar que la sexualidad es algo inherente, porque es para todos,
indistintamente de nuestra sociedad, cultura, momento histórico... Pero hay elementos
culturales, ya en la Prehistoria nos encontramos con un ser humano que no sólo se
relaciona sexualmente para procrear, ni siquiera para satisfacer una pulsión, sino
también para entablar relaciones. Esto es común a otros primates, y nos encontramos
con chimpacés hembra que, por ejemplo, ejercen la prostitución, dando sexo a cambio
de comida a los machos dominantes. La aparición del lenguaje y la culturización
temprana del homo sapiens (el dominio del fuego, la domesticación de los animales, la
domesticación de las plantas a través de la llamada revolución neolítica...) nos hacen ver
que una de las características que nos hacen humanos es el hecho de tener una cultura
(esto es, no hay ningún ser humano que viva al margen de una cultura).
De este modo, la sexualidad es algo cultural, hasta el punto que las distintas culturas
llegan a desarrollar distintos métodos de cópula. Así, los nativos polinesios se
sorprendían de la forma de copular de los misioneros europeos (de ahí, la postura del
misionero), o determinadas formas de sexo tienen históricamente una carga social
enorme, por ejemplo el sexo anal, el tabú que históricamente hubo en torno a él, y la
relación histórica, ya en la Antigüedad, con la dominación (en un sentido muy distinto
al que podríamos plantear nosotros).
Desde luego, a la hora de socializar la sexualidad, hay unos patrones de cultura, y las
relaciones homosexuales que los antiguos griegos veían con naturalidad (y que
normalmente se daban entre varones de distinta edad, maestro y alumno), los cristianos
lo vieron como algo deplorable. Con todo podemos decir qu R