CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS | Page 77
protección contra ataque aéreo. Vi, en esa ocasión, a la multitud entrar en la
propiedad de Bettin ... Algunas horas después de estos acontecimientos, vio otra
manada que llevó a Frau Reinhold. Entre los participantes del bando sólo
reconocido a Gorolska, que golpeó varias veces en Frau Reinhold hasta que ésta
cayó al suelo.
Goralska le cogió de espaldas en los cabellos, gritando Frau Reinhold
terriblemente. Goralska también le dio patadas. Ella maltrató a Frau Reinhold de
una manera tal que los hombres de la banda se pusieron entre ella y su víctima;
porque ella habría asesinado a Frau Reinhold.
El testigo declara más:
Antes del incidente antes mencionado, Goralska había contado a varias mujeres,
sus conocidas, que el popular alemán Rapp había muerto a tiros al socio polaco
Ulatowski (pero Ulatowski todavia vive), que los Rapps habían sido presos y que
ella había tenido la satisfacción de ver caer los Rapps, que habían sido fusilados:
el viejo, el hijo y sus mujeres. Goralska le contó con espuma en los labios, y añadió
que aquel día ya había denunciado a muchos alemanes.
Fuente: Sd. K. Ls. Bromberg 88/39.
32. "MUERO POR MI PATRIA". Homicidio de Belitzer.
Conforme a las averiguaciones expuestas en la sentencia, el testigo Lassa depuso:
El lunes, día 4 de septiembre de 1939, a las 7:30 de la mañana, apareció, en el
terreno de su vecino Lassa, el padre del sirviente Max Ejnkowski, con siete
soldados polacos. El padre de Ejankowski, cuyo paradero actualmente no se
conoce, declaró a los soldados, apuntando a Lassa: "Este es un Hitler, pueden
matarlo ya".
Al mismo tiempo dio, con el puño, en el rostro de Lassa. Cuando la mujer del
Lassa que tenía miedo de la suerte de su marido, afirmó a los soldados que su
marido era inocente, el padre del Ejankowski exclamó: "Calla tu boca, ha llegado
el turno de todos". Después los soldados condujeron el Lassa del patio trasero a
la calle.
En la calle se hallaba una horda de bandidos polacos, entre ellos Max Ejankowski.
Él llamó la atención de los soldados, que conducían a Lassa, al popular alemán
Bruno Belitzer, un acoso de 65 años de edad que vive al otro lado de la calle,