CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS | Page 62
La causa Bromberg I, en lo que se refiere a investigaciones relativas al derecho
de las personas, se escuchó el testigo Irma Ristau, n. Bloch.
Después de, debidamente informada sobre el alcance del juramento, ella
depuso:
En cuanto a la persona: tengo 25 años de edad, soy de confesión evangélica, vivo
en Bromberg, la calle Kartuzka, 10.
En cuanto a la causa: mi marido trabajaba con el jardinero Schmiede en
Bromberg. El sábado, 2 de septiembre, mi marido preguntó, por teléfono, a su
empleador, si aún debía asistir al trabajo. El señor. Schmiede le respondió que
nada sabía de una guerra y que viniera a trabajar.
Mi marido fue entonces al trabajo. Lo acompañé porque nuestro vecino,
Pinczewski, morador de la calle Kartuzka, 8, amenazaba que, tan pronto como
saldría la guerra, nos rasgaría a los "Hitlers" (así nos lo llamaba) las piernas y
arrojamos nuestros intestinos en la calle. También había tenido que abandonar
mi servicio el día anterior porque me había golpeado y amenazado con una barra
de hierro. Debido, pues, la situación crítica, no me separé de mi marido.
De sábado a domingo pasamos la noche en casa del jardinero Schmiede, cuyo
terreno se queda en un suburbio cerca de la ciudad. Había allí varios polacos.
Después del almuerzo, los polacos fingieron, mandándonos soldados polacos.
Cuando llegaron, pidieron un intérprete, porque el señor. Schmiede estaba muy
exaltado para poder entenderse con ellos en polaco. Le preguntaron: "¿Tú, hijo
de una gran puta, tienes armas?" Schmiede negó, diciendo que dieran una
búsqueda en su casa.
Los polacos dijeron entonces: "Tres pasos atrás!" Y lo mataron. La señora
Schmiede se acostó al lado del marido muerto para despedirse de él, siendo, en
esa ocasión apuntada por los polacos, sin poder acertar. Ella huyó, entonces,
llamándonos con las palabras: "Vengan todos a la bodega que los polacos nos van
a matar a todos". huiremos hacia la bodega. Los polacos rodearon la casa, dando
tiros en las puertas y ventanas del sótano, de todas partes.
Finalmente pusieron fuego en la casa, y, para no morir quemados, intentamos
escapar del sótano. Por la puerta de la no había salida porque el corredor ya se
hallaba en llamas y porque los soldados tiraban toda vez que alguien aparecía la
puerta. Por lo tanto, buscamos escapar por las ventanas del sótano. El primero