CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS | Page 38
El fabricante de muebles Herbert Matthes.
Debidamente informado sobre el juramento, declara:
Cuando la persona: Me llamo Herbert Matthes, tengo 36 años de edad, soy de
confesión evangélica, fabricante de muebles en Bromberg, la calle Albertstrasse,
24.
En cuanto a la causa: Entrego, como anexo, en relato por mí redactado, bajo el
título: "La marcha de muerte de unos 150 populares alemanes a Piecki, cerca de
Brzoza", así como en un suplemento titulado "Encuestas de un desplazamiento
de campaña”. Uno y otro fueron nuevamente leídos en mi presencia. Las notas
escritas a lápiz fueron añadidas, en mi presencia y según mis indicaciones. Hago
los referidos documentos objeto de mi testimonio.
L. a. ass.
Ass. Herbert Matthes
El testigo presto juramento.
Heinz Matthes.
Exhortado a decir la verdad, declaró:
Cuanto a la persona me llamó Heinz Matthes, tengo 13 años de edad. Soy un
alumno del Gimnasio Alemán de Bromberg, vivo en casa de mis padres.
Cuando la causa: Los dos documentos redactados por mi padre fueron leídos en
mi presencia. Los hago objeto de mi testimonio. En Piecki soldados polacos me
dieron una bayonetada que me atravesó el hombro derecho.
L.a. ass.
Ass, Heinz Matthes.
Debido a su edad el testigo no puede prestar "juramento”.
Dr. Waltzog. As. Endlich, artilh.
La marcha de muerte de unos 150 populares alemanes a Piecki, de cerca
de Brzoza.
En el domingo sangriento, el 3 de septiembre de 1939, a las 10:30 horas, cuatro
jóvenes bandidos, armados de hachas, vinieron a expulsarme, con mis dos hijos,
de 13 y 15 años. En el patio nos recibieron inmediatamente dos soldados
armados de bayonetas, que nos obligaron a correr de brazos erguidos hasta la
comisaría central, ya en el pueblo, las mujeres y las muchachas parecían furiosas;
nos escupían y nos golpearon, sin que los soldados los impidieran.
En la comisaría central tuvimos que atravesar un pasaje de unos 8 metros, bajo
los culatazos de los circundantes. Alrededor de una hora quedamos parados
junto a una pared, de brazos erguidos, habiendo rebuscado nuestros bolsillos. Se
organizó entonces una clase de cerca de cien personas, la mayoría ciudadanos