CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS | Page 161
organizando un transporte colectivo. No puedo dar el número correcto de los
muchos alemanes que habían reunido. Mi grupo compendía unos 60 a 80
hombres.
El día 2 de septiembre de 1939, por el medio día, - hasta esa hora, tuvimos que
satisfacernos con una rebanada de pan y una taza de café - iniciamos nuestra
marcha. En el primer tramo a través de Posen hasta Glowno, estuvimos
expuestos a graves malos tratos de parte del pueblo que nos trataba con golpes,
patadas y nos arrojaba piedras.
En esa ocasión, al pasar por la calle Breiten Strasse, fue en el occipucio, por dos
pedradas, el Dr. Gustav Klusack, director de la Sociedad Agrícola polaca en Posen,
viniendo a caer con el rostro en la acera, donde se quedó sin sentidos. En el caso
del Dr. Klusacu, se supone que, de una fractura de la base del cráneo, por lo tanto,
fue a avisar a el comandante de nuestro grupo, un policía, que el herido fuera
internado en un hospital o lazareto de Posen.
A mi pedido, cargamos al Dr. Klusack que echaba sangre por la nariz y la boca,
que vomitó varias veces y aún no había recuperado los sentidos, transportándolo
a Glowno. Después tuvo que hacer toda la marcha hasta el final. En Glowno, se
engrosó nuestro grupo por otros, provenientes de Posen y de la zona de
Wollstein, totalizando así un total de unos 260 hombres. Fue aumentada,
también, nuestra escolta por rebeldes uniformados, de suerte que ahora se
constituía de éstos, de policía regular y policías auxiliares.
Pasó a comandar el grupo un subteniente, vistiendo el uniforme de los
revoltosos. El mismo día, seguimos hacia Schwersenz, donde la población nos
maltrató - como en Posen. En bien a la verdad, afirmo que la policía ha hecho,
después de todo, un intento de protegernos, repeliendo a la multitud, hasta, con
garrotes de goma; pero nada consiguieron.
Nos quedamos en Schwersenz, siguiendo, el otro día, hasta Wreschen; y en el
otro, hasta Slupca; y en el tercero, hasta Marantow. Nos acompañaron, hasta
Marantow, aún tres carros en los que transportaban los inválidos de guerra, las
mujeres y los niños, y, más tarde, también los enfermos.
En Marantow nos sacaron los carros, pero aún conseguí que, al menos, una
siguiera acompañándonos. Nos quedamos tres días en Marantow. De allí
seguimos vía Slesin hasta un pueblo, en la proximidad, cuyo nombre no me
acuerdo. Durante la noche, nos despertaron, levantandonos, en marchas