popular alemán que había hecho parte de gran alejamiento de alemanes deportados y que caerá de cansancio. Junto a ese alemán que aún vivía, se hallaba mi conocido Wroblewski revisaba los bolsillos del alemán, diciendo, en esa ocasión: "¿ Qué diablos, este sujeto no tiene nada; ¿ el otro que liquidé, tenía 150 zloty? Gritó aún alguna cosa como " Hitler ", y " matenlos a disparos ". Después saltó con los dos pies sobre el cuerpo del alemán, aplastandole el vientre y el pecho e incluso en la cara.
Cuando le pedí que dejara al viejo, me injurió, preguntándome si yo era también alemana. Añadió que procedería conmigo de la misma forma, si yo fuera alemana. Continuó pisando aún más sobre el alemán, no dejaba de pisarlo nisiquiera cuando otros fugitivos pasaban, le pidieron que anotara al viejo. Me fui a la tienda y a l s a l ir de la misma vi como el otro polaco que yo no conocía, sacó los zapatos del alemán ya muerto. Volví a casa. El cadáver del alemán se quedó cerca de dos semanas en la zanja, cubierto de un montón de arena.
Leído: por el interprete en lengua polaca- aprobado y firmado. + + + + + + +
Señal de firma del testigo Pelagia Wieczorek que no sabe escribir.- Ejerrado: as. Bengsch, Promotor publico.- as. Johann Kurkowiak, interprete.- as. Lili Szafran, escribano.
Fuente. Sd. Js. Bromberg 814 / 39.
22. Los cráneos completamente aplastados- los cadáveres desnudos. Asesinato de los hermanos Boelitz y Bogs.
No fue intimada, compareció Margaret Bogs, n. Boelitz de Bromberg, Schwedenbergstrasse, deponiendo:
El lunes 4 de septiembre de 1939, cerca de las 7 de la mañana, asistió a la casa de mi suegra, viuda Berta Bogs, perteneciente a la minoría alemana, residente en la calle Sandomierska( antigua Schulstrasse), n ° 4, trabajador polaco Dejewsui sen, mi conocido, que vivia en Bromberg, en las carpas de Sandomierska, preguntando: "¡ Dónde están los niemcys que dispararon!".
Mis dos hermanos Erwin y Helmut Boelitz le respondieron que nadie había disparado, lo que correspondía a la verdad. Con las palabras: "¡ Todavía les pagaremos!", Se alejó. Yo me encontraba en aquel tiempo de visita a mi suegra, donde oí esas palabras. Las oyó, igualmente, mi cuñada, Hildegard Nowicki, residente en la calle Sandomierska, n. 4. Cerca de dos horas después aparecieron, en l a residencia de mi suegra, dos soldados polacos que hicieron inspecc ión, pero no encontraron armas.
El mismo día, por las 14 horas, vinieron otros siete soldados polacos a nuestra casa, deteniendo a: a) Erwin Boelitz, comerciante de caballos, de 29 años de edad, casado; b) Su hermano, Helmuth Boelitz, sin profesión, con 27 años, soltero, y; c) Mi cuñado soltero, Bruno Bogs, sastre, con 30 años de edad.