2. PRESENTACIÓN
Las relaciones germano-polacas hasta el inicio de la guerra.
Europa volvió a respirar cuando el 26 de enero de 1934 se extendió por todo el mundo por la conclusión de un acuerdo germano-polaco. El deseo de paz, realista, de Adolf Hitler y el espíritu de estadista, realista del mariscal Pilsudski se encontraron con el propósito de, por medio de un entendimiento derecho de Estado a Estado, inaugurar una nueva fase en las relaciones de paz duradera entre los dos paí ses. Todos los que veían, en la tensión germano-polaca, un peligro inminente para la paz europea, reconocieron que la disposición de los dos estadistas hacia una colaboración constructiva tocaba de cerca el apaciguamiento general de Europa. La declaración común germano-polaca estaba inspirada por el deseo de transformar paulatinamente esa colaboración iniciada por el pacto decenal en un pacto de amistad de larga duración, el cual permitiría a los dos países encontrar pacífica evolución y por mutuo entendimi ento, una solución aceptable para todas las cuestiones controvertidas.
Las autoridades competentes polacas nunca dejaron de tener pleno conocimiento tanto de la existencia de tales cuestiones pendientes entre Alemania y Polonia, así como de la imposibilidad de Reich de conformarse definitivamente con el trazado arbitrario de su frontera oriental, tal como se ha fijado por el Tratado de Valles. Dependía, pues, del grado de honestidad con que Polonia abrazaba la política de entendimiento, la realización de las esperanzas que, en vista de la nueva política, alimentaban a Alemania ya todos los amigos de la paz. En ese entonces, había ciertos elementos en el extranjero, trabajando para perturbar la obra de aproximación germano-polaca, pues los adversarios del Tercer Reich no sólo no tenían interés en el estrechamiento de las relaciones germano-polacas, pero aún contribuyeron oculta y abiertamente, para atizar el trabajo fuego siempre encendida de las intrigas que en Polonia se manifestaban contra Alemania y los grupos étnicos alemanes. La nueva orientación política, en Berlín y Varsovia, no era bien vista por aquellos elementos. Además, los entendimientos entre Polonia y sus vecinos del oeste, no correspondía a la finalidad del Tratado de Versalles, por el cual se había proyectado eternizar la enemistad entre esos países, con el fin de servirse de Polonia como instrumento de la política de aislamiento contra el Reich. Así, pues, los adversarios de la aproxi ma c ión germano-polaca, alimentando odios antiguos, suscitando sospechas contra el intento de conseguir un razonable entendimiento político, procuraron eliminar toda posibilidad de reconciliación entre Alemania y Polonia, de donde se comprende que los saboteadores de la acción reconciliadora no llevaron mucho tiempo para conseguir su desideratum, prevaleciendo del auxilio de asociaciones polacas chauvinistas y de la prensa polaca que se hallaba bajo fuerte influencia judía. La campaña de odios que empezaba a ser más y más intensificada, iba produciendo una influencia cada vez mayor sobre la opinión pública polaca, intrigando al pueblo contra Alemania y los grupos étnicos alemanes, domiciliados en Polonia. Idéntico efecto